jueves, 11 de diciembre de 2014

Revolución, pobreza y desesperanza

Revolución, pobreza y desesperanza
LUIS ALFREDO RAPOZO

La pobreza en Venezuela ha entrado en el escenario para quedarse por un buen tiempo y parece que como un boomerang se revierte contra el propio gobierno y sus seguidores.

 Y es el producto de una serie de factores  que han interactuado desde finales de 2008, para acentuarse con la inflación, la inestabilidad de los precios, el desempleo, sueldos pírricos, desestímulo a la producción, entre otros factores.

Es un fenómeno que en la medida que crece-asunto que está sucediendo aceleradamente-, demuestra el fracaso económico de la revolución. Hay que recordar las  expropiaciones casi a diario que llevaba el gobierno  y que alejaron las inversiones y la seguridad en cualquier parte; el constante ataque a los empresarios, disminución de la producción agrícola, que ha devenido en baja de manufactura de productos procesados, cierre de empresas, desempleo y otros elementos sociales que afectan la convivencia y el buen estado de salud  de la sociedad.

Yo digo que la revolución no da pie con bola. El fallecido presidente Chávez le tenia mucha fe a la cria de gallinas en la planta alta de las casas con sus gallineros verticales, sin plantearse el desarrollo agro industrial del pollo de engorde. ¿Cómo es posible que en Venezuela no exista un gran complejo industrial donde se desarrolle y explote el ave beneficiada para garantizar el alimento? Todo lo contrario, el gobierno prefirió importar toneladas de pollos argentinos, brasileros y no sé de dónde más, arruinando la producción nacional, insólito verdad?

Ahora resulta, que el Presidente Maduro está ganado a la producción en conuco y llama al campesinado  venezolano a la siembra de subsistencia. De esta manera, no se lanza a un país al desarrollo jamás   de los jamases.

Ahora pienso, que en cualquier momento, Maduro planteará  la misión bote para que toda la población pesquera salga a buscar su pescadito diario y no piensa –Maduro-, en ayudar a desarrollar una gran industria pesquera como hacen los españoles, los japoneses, los chinos y el resto de mundo.

Entonces, con esta forma de pensar, planificar el desarrollo del país no me parece que tengamos buena experiencia en MERCOSUR, ni con cualquier país que firme con nosotros algún tratado. No producimos nada más que petróleo y nos empeñamos en seguir evocando el conuco de los abuelos, la cría de gallinas en el patio de la casa, la pesca en un botecito y sobreviviendo en la miseria.

Lógicamente, debemos entender que estamos peor que en la llamada “cuarta república”, pues seguimos dependiendo del petróleo en un 96% de nuestros ingresos; nadamos en la inflación , el desempleo, no tenemos reservas internacionales suficientes y nuestros gobernantes no tienen idea de cómo desarrollar un país con potencialidades  indiscutibles.

Y como dije en otro momento, hasta los jóvenes profesionales y talentos se van para otros países con el corazón latiendo  en la desesperanza, que dejan en el terruño.

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