jueves, 25 de agosto de 2016

Un caimán enorme, en La Pastora



Un caimán enorme, en La Pastora

Ese día parecía ser normal como cualquier otro en la ciudad de Caracas. Era domingo y por lo general, uno siempre tiene una rutina. Pero, casualmente al levantarme, me doy cuenta que había agua en casa, después de cerca de 21 días sin el preciado líquido.

       Entonces, decidí no salir para dedicarme a lavar la ropa, pues uno no sabe cuánto tiempo duraría la próxima carencia de agua; además de limpiar la casa, fregar todos los peroles y otras menudencias. Lo cierto, es que mentalmente, me preparé para dedicarme intensamente en mis labores domésticas, sin embargo, antes compré el periódico de los domingos, que es uno de mis placeres de toda la vida; también compré varias empanadas, frutas, conseguí pan sin hacer mucha cola en la panadería de la esquina de Guanábano, jugos y entonces retorné a casa como un relámpago para dedicarme a las labores domésticas.

Ya tenía la ropa seleccionada por colores y entonces comienzo a llenar la lavadora y noto inmediatamente un olor extraño en el agua, realmente repugnante, por ello, tomé un vaso y capturé una muestra en el lavamanos, observando a simple vista que el agua presentaba un color extraño verdi-marrón-amarillento  muy feo. “¡Carrizo-exclamé-, con esa agua no podré lavar la ropa blanca , porque los interiores se me van a poner marrones como los del Dr. ese ,arqueólogo, que aparece en las películas metido en pirámides y peleando contra cosas extrañas” Total que dejo que el agua corra , pensando que por el tiempo transcurrido sin liquido en las tuberías era la causa del fenómeno, seguramente había mucho barro y debía esperar un rato para que se limpiara. Pero no fue así. Comenzaron a salir sapos, culebras y muchos gusanitos de esos que viven en agua estancada. De repente, me hubiese quedado tranquilo, pero por la bañera salió un caimán como de dos metros que se sentía como muchacho en piscina, aunque muy agresivo y amenazando con causar una desgracia. Saqué toda mi valentía como si uno fuera el australiano ese que pelea con caimanes y me fajé todo el día con el bendito caimán hasta que lo molí a palo limpio. Como podrán imaginar no pude hacer mis cosas en casa, porque el agua salía en muy mal estado y por otra parte, no tenía fuerzas para pelear con otro posible caimán o una anaconda come gente, que me saliera por el fregador o la ducha…


Mientras observaba al caimán frio y tieso, me puse a pensar que la gente de Hidrocapital debería ponerse a tratar las aguas blancas, antes de mandarla a los hogares…me parece que evitaría una desgracia.

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