viernes, 29 de enero de 2016

Xilopin

Xilopin era mi nombre,
 Flor del campo
 me bautizaron.

Mi familia estaba regada por toda esa sabana y vivíamos en las riberas de los Ríos Apure, Capanaparo, Arauca y hasta el Orinoco. Me recuerdo siempre montada en una curiara para visitar y ver de vez en cuando a los abuelos, tíos y primos cuando nos reuníamos para hacer una celebración, un funeral o cualquier acto común familiar que se presentara. El calor estaba presente todo el tiempo y estábamos acostumbrados a convivir en medio de una naturaleza cambiante. Cuando había sequía los pastizales se secaban y luego ardían espontáneamente; y cuando llovía, el agua era inclemente, al punto que se formaban grandes lagunas que median más de tres brazadas de hondo. Me junté a vivir con mi hombre cuando tenía unos quince años y le parí cinco criaturas.
-Sí, a veces nos mudábamos dos o tres veces al año, huyendo de las inundaciones, entonces, teníamos nuestros ranchos de un lugar para el otro, hasta que conseguíamos una lomita donde el agua no llegara.

La paz era absoluta. Una tranquilidad intensa, incomparable, que invitaba permanentemente a pensar, echada en un chinchorro. Aunque les digo, que el trabajo era duro desde muy temprano para cuidar a la familia, cocinar y atender los muchachos. Yo era muy buena haciendo cesterías y atendiendo a mi familia.

El pescado era nuestra principal alimentación, por eso vivíamos cerca de los ríos de donde obteníamos el cachamo, el bocachimo, el bagre rayado y hasta el peligroso caribe. También cazábamos el conejo,  la lapa, el venado, y hasta el mono.

Yo soy una india Guahibo y estábamos regados por todo el sur, éramos el grupo más grande y vivíamos como dije en las riberas de los ríos Capanaparo, Cinaruco y Meta, pero también habían otros grupos con quienes teníamos buena vecindad como eran los Cuivas, los Puménes y los Capuruchanas.

Fue sobre 1770 del calendario de los blancos, cuando nos dijeron que habían fundado un pueblo y un Fraile montado en su burro nos visitó para convertirnos al cristianismo. Nosotros no entendíamos nada. Entonces, nos acercamos a la villa para intercambiar productos con los pocos blancos que había allí. Le llevábamos carnes, frutas, pescados y ellos nos surtían de utensilios, alpargatas, cuchillos y telas.

Los blancos se fueron apoderando de nuestras tierras y muchos de los nuestros cayeron asesinados como si fueran animales salvajes, cazados como venados.

Una tarde llegamos a San Juan de Payara que fue fundada en 1768 por los padres capuchinos, levantamos nuestro rancho al lado de unas diez famillas que vivían allí. Entonces, comenzamos a trabajar con el blanco Don Vicente Alfonzo, un canario de mucha plata, que trajo ganado y nos enseñó a hacer queso y a cultivar cacao  en esas tierras y allí fue la primera vez que vimos a hombres negros. Hombres y mujeres tratados como esclavos. Si, eran esclavos. Nosotros en cambio, éramos “libres” y podíamos desplazarnos a dónde quisiéramos, pero ya nuestras tierras se habían perdido a sangre y fuego. Entonces, nos convertimos en servidumbre.
En el año 1770 me bautizaron y me dijeron que mi nombre sería “Flor del Campo”, que es  lo que significa Xilopin. Aunque mi familia me llamaba siempre Xilopin.
Así entré a trabajar con el señor  Alfonzo, quien era el encargado de todo ese hato, donde yo cocinaba, atendía a los enfermos, ayudaba en cualquier cosa dentro de la casa. Hice uso de mi conocimiento curando heridas de todo tipo, de picaduras de serpientes, de traumatismos, gracias al uso de hierbas y menjurjes cuyo conocimiento se obtiene por herencia y la experiencia de muchas vidas… Fui partera de todos esos alrededores por mucho tiempo. Yo vi nacer mucho negrito. Así fue como vi nacer a Pedro José Eusebio en 1790, al negro Mindola, a Juan Rafael…. Yo fui partera en el nacimiento de todos esos negritos. Cuando nació Pedro Camejo, recuerdo que pensé:

“…que traiga su arepa y su tambor
 debajo del brazo,
 para que aguante tanto maltrato”
Más tarde me pregunté:
¿Quién me dice, que yo no puedo transmitir a un negro mis conocimientos de curandera? Si el negro quiere aprender los secretos de la vida, lo hace, porque ellos no son animales. Si señor. Y les digo, que esos negritos eran muy resabiados y aprendían el arte de curandero como beber agua, parece que lo llevaban en la sangre… ¿Y por qué me pregunté eso? Bueno muy sencillo, es que el negrito Pedro Camejo tenía ojitos de brujo…

*Nota : el historiador apureño Argenis Méndez Echenique, quien desde hace años escudriña en la vida de este valiente soldado (Pedro Camejo) , de nuestra gesta independendista,  considera a Camejo como “...el representante más genuino y destacado de la presencia afrovenezolana en nuestra tierra llanera”

*Nota : La documentación cierta que se tiene está en el ARCHIVO General de la Nación, sección Héroes de la Independencia Hispanoamericana donde se establece que era vecino de San Juan de Payara cuando se unió al ejército Libertador. Leerás también que era del Alto Llano, y éste no es nunca ese pueblo del Llano. Es decir, que Pedro Camejo nació en las inmediaciones del Ato llano apureño y nunca en el pueblo de Payara.



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Mindola, el negrito

En el hato “Las Tapias” vivíamos unos cuantos negros. Era un hato inmenso cuyas extensiones se perdían de vista. A veces pastoreamos el ganado, que andaba libre entre los pastizales infinitos. Recuerdo que salíamos a recoger el ganado y pasábamos días dormitando en la llanura arreándolos y aglomerándolos para marcarlos y reconocer las nuevas crías.
Nacimos allí los más jóvenes porque ese hato tenía como 20 años de fundado. El amo Vicente Alfonzo era descendiente de los Rodríguez Camejo, era un canario dueño de todas esas tierras que las surcaban los grandes ríos por el sur, por el norte, por el este y por el oeste. Él fue quien nos dio su apellido materno, o sea el apellido Camejo con el cual nos bautizaron, cosa que era de común proceder en esos tiempos.
Gracias a Dios no faltaba agua, pero a ninguno nos gustaba bañarnos  como Dios manda.

San Juan de Payara era el pueblo que conocíamos y más nada. Durante 20 años estuvimos confinados en el hato, en labores domésticas y de campo.
Nosotros aprendimos a vivir entre la naturaleza, a aguantar el sol inclemente en la sequía y a sobrellevar las intensas lluvias que anegaban todo, formando lagunas que duraban meses. Eso si les digo, no nos moríamos de hambre, porque a pesar que éramos esclavos no nos faltaba la carne, la leche y el queso. También salíamos a cazar cualquier animalito y entonces en nuestra olla preparábamos un venado, un chigüiro, un conejo.

El trabajo era duro. Prácticamente teníamos el machete pegado de la mano. Un día se desmalezaba y al otro día salía nuevamente el monte. Desde niños jugábamos entre las vacas, montamos a caballo y nos defendíamos contra las serpientes hasta con las manos.
Descuartizar una res, galopar por la llanura eran gestiones que aprendimos como el que va a la escuela. El llano fue nuestra educación, aunque no aprendimos a leer ni a escribir. Éramos animales de trabajo sin un peso en el bolsillo.
El joropo sonaba en la casa del amo cuando había alguna celebración, pero el cuatro se quedó guindado en algún palo para alegrar un domingo con un trago de aguardiente. Nosotros nos reuníamos en fin de año con algunos negros de otros hatos y bailábamos nuestros tambores en la fiesta de San Juan, cuando nos daban un permiso bajo amenaza de buscarnos para matarnos, si no regresábamos. Así era la cosa.
De todos nosotros, Pedrito era el más dicharachero. Era como el hermano mayor de todos y nos cuidaba de cualquier peligro en la faena diaria. Yo diría que el negro Pedro, era un líder nato. Era el centro de las conversas y animaba hasta un velorio. Pero, también era el más castigado por lo contestón y rebelde. Ni camisas, ni zapatos tuvimos en ese tiempo.
Éramos descamisados y pata en el suelo.


* NOTA : Otro aspecto en torno al Negro Primero sobre el que existen dudas es el referente a sus rasgos negroides, de labios gruesos, nariz achatada y pelo recio, como es presentado comúnmente en retratos y bustos.
El historiador Argenis Mendez Echenique cita a autores como Rafael Bolívar Coronado (el autor del Alma llanera), quien en su libro El llanero, escrito con seudónimo, deduce el origen mestizo de Pedro Camejo. Otros autores comparten la tesis de que el Negro Primero no era un exponente racial puro.

**NOTA :  Otro autor, Palma Labastida, también duda de la negritud pura del lancero: “A pesar de  llamársele  comúnmente ‘Negro Primero’, no creo que era un exponente racial puro como en otras naciones. En Venezuela y principalmente en Apure, de donde era oriundo, fue muy acentuada durante la Colonia el cruce del negro esclavizado con la raza indígena, predominante en número en esas llanuras, como también con los blancos que allí moraban, lo cual se ha perpetuado hasta nuestros días. Pedro Camejo fue un producto híbrido, y la sangre indígena que también corría por sus venas, lo vinculó a esta tierra donde nació y vivió, como una nueva savia que del propio suelo se nutría el árbol robusto del samán llanero...


NOTA: Negro Cimarrón, de Luis Rapozo

Corría desesperadamente, saltaba riachuelos sorpresivos que bajaban furtivos desde la montaña. Los arbustos se perdían a mis espadas, mientras ascendía en la tierra desconocida: entré en una especie de santuario, sin pagar tributo.

Deseaba terminar lo más pronto posible con el escape de la esclavitud y conseguirme en algún lugar con negros que habían huido de la opresión.  Abajo, a lo lejos, se escuchaban voces ocasionales y ladridos permanentes de bestias intransigentes.

Mis pies descalzos eran ingobernables, parecían independientes de mi corazón y de mi pensamiento. Me convertí en viento, soplando paso a paso; arrastrando la tierra negra, generosa, materna y afectuosa, que  recibía el peso de mi cuerpo.

Descansé brevemente entra platanales silvestres. Calmé el hambre olvidada por la caminata. Nunca había percibido la intensidad del canto de los insectos y las aves con esa sensación nueva de libertad: Volví de nuevo en mí y continué con la marcha. Tenía tres días sin dormir; y me balanceaba sobre mis piernas con el miedo constante de despertar capturado por los esclavistas.

Ya no me molestaban as heridas de los latigazos, pero el dolor, lo sentía en el alma. En un momento, parecía estar soñando y en realidad corría como sonámbulo.

Llegó un momento  en el cual no sentía mis piernas, ni mis manos: casi ni respiraba. Entonces, me pareció que fui tomado por dioses azules que me halaron por los hombros y me depositaron en lo alto de bosque.

Cuando abrí los ojos, ya era de día. Desperté rodeado de un círculo de negros cimarrones. Me puse a llorar sin poder controlar la humedad en mis ojos y no pude disfrutar de vuelo de una bandada de pericos y azulejos, que surcaron el cielo.


                                                          
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Don Vicente Alfonzo, el encargado.

Más de veinte años administrando el hato sin ninguna otra presencia de hombre blanco daba la impresión a cualquiera que yo era el propietario. Prácticamente mi vida se me iba viviendo en los llanos apureños sin salir de allí, salvo muy raras circunstancias. Por supuesto que yo cuidaba todo celosamente y con la mayor honradez. Nunca me robé nada y mis cuentas siempre estaban claras y en orden, cada vez que enviaba informes a los dueños de esas tierras, los otros descendientes de los Rodríguez Camejo, las respuestas eran de satisfacción por los mismos, mientras se observaba el crecimiento constante de los rebaños vacunos y caballar, además de los productos procesados que elaboramos y de las siembras controladas de yuca y otros vegetales.
Administrar ese inmenso territorio que cruzaba el río meta y se internaba en el Casanare era sentirse muy poderoso, como si uno fuera el gobernador de esos lugares, con decisión sobre las vidas de todo aquel cristiano , o  no bautizado que viviese en esos predios incluyendo indios de diferentes familias que vivían y transitaban por esas aguas y sabanas.
Ciertamente tenía a mi cargo un grupo de esclavos que eran propiedad de los Camejo y yo procuraba sacar el máximo provecho de ellos, tratando de controlar su flojera, su evasión, su tedio y sobre todo sus caracteres preñados de odio hacia el amo, que a veces sabían ocultar su resentimiento con una sumisión de mentira, cosa que unos buenos latigazos remediaban para poner las cosas en orden y recordarles quién es el amo.
Cuando se dio el grito de independencia nosotros nos enteramos de los detalles al cabo de varias semanas y la vida seguía igual para nosotros, quienes tomamos una actitud muy pasiva. En eso se nos fueron dos años hasta que el General Miranda capitula y todo vuelve al desorden, la persecución y la expectativa de qué iba a pasar en estas colonias.
Efectivamente, después de 1812 todo indicaba que iríamos a la guerra y así  fue. Hasta los brujos negros e indios vaticinaban un terrible conflicto por venir, cosa que yo no le daba importancia para tratar que la gente se me quedara tranquila, pero en 1813 ya no se podía ocultar el sol con un dedo. Entonces, terminé aceptando que en el centro de Venezuela la cosa estaba muy mal y que en cualquier momento la guerra llegaría a nuestras tierras. Efectivamente, así sucedió como si el destino estuviese escrito en los tabacos de los negros y se apareció el General canario José Antonio Yañez con 2500 hombres tras de él, pidiendo vituallas, ganado y caballos para apertrecharse en nombre del rey para marchar a la guerra.
 Yañez tenía tomado todo el Apure, al igual que Barinas y se disponía a subir hacia Acarigua para enfrentar a los mantuanos. También reclutaba hombres, pero nosotros no teníamos hombres españoles que ofrecerle; lo que teníamos eran indios, negros, mulatos, zambos, los cuales fueron aceptados y les ofreció plata, y todo lo que le quitaran a los mantuanos como si aquello fuera un saqueo de gigantescas proporciones.
Así se marcharon un día varios de mis  hombres tras el ejercito de Yañez  con tan solo sus pantalones, el pecho descubierto, con los pies descalzos, una lanza en una mano y un cuchillo largo en la otra. Entre ellos se fue el negro Pedro Camejo, a quien yo particularmente lo tenía vigilado por temor a que se me alzara y me hiciera un levantamiento. Esa noche dormí tranquilo.



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José Antonio Yáñez, el caudillo
Yo emigré a Venezuela en 1805 en donde  me instalé como propietario de una tienda de mercería en Caracas. 
Tras la ocupación de Caracas por Domingo de Monteverde, la guerra me obligó a enrolarme como soldado en Barinas. Demostré capacidad y valor como jefe de montoneras. Como caudillo, mi poder se basaba en mi prestigio personal, reconociendo solo de manera formal la autoridad del Capitán General, pero no la de militares de carrera como José Ceballos. Siempre fui permisivo a que mis hombres saquearan y masacraran.
Había conseguido crear con quinientos hombres un batallón de infantería de milicias del país al que puse el nombre de Batallón Numancia, así como formar dos regimientos de caballería de a cuatro escuadrones de 125 hombres cada uno. De mis tropas solo 600 iban con fusiles, el resto con lanzas, todos a caballo. Mis fuerzas, al momento de la Campaña Admirable (1813), eran 1.500 hombres.
Yo, destaqué en  la lucha contra la Segunda República de Venezuela al igual que Boves y Morales, contra los intereses mantuanos que la revolución representaba. A partir de 1813 la guerra civil adquiere un carácter cada vez más sanguinario, destacando los feroces conflictos étnicos y sociales desatados. Yo, simplemente ofrecí botín y venganza a nuestros hombres para que nos siguieran a las batallas. Rápidamente me  apoderé de Apure para luego ir sobre Barinas con 2.500 apureños y 500 barineses.
 Boves y yo nunca pensamos en  reunirnos para asegurar el buen éxito de la campaña, como parecía natural, ya que cada uno actuaba con independencia en su propio teatro de guerra: Boves en los Llanos de Calabozo y demás de la provincia de Caracas, y yo en San Fernando de Apure y la provincia de Barinas.  Derroté a los patriotas en las batallas de Guasdualito y Barinas. Derroté y tomé prisionero a Antonio Nicolás Briceño , y lo conduje preso a Barinas para ser juzgado y luego fusilado el 15 de junio de 1813
Bolívar me derrotó a su vez  en la batalla de Araure el 5 de diciembre de 1813. Yo me  retiro con los dos mil llaneros que aun me quedaban, entre ellos Pedro Camejo. Producto de esos saqueos fue que el Negro Primero usó botas, aperos para su caballo, uniforme y algunas monedas que le despojaba a los oficiales muertos bajo su lanza. Me persiguieron y … mis días terminaron en un campo de batalla.

 Yo siempre decía: “No hay nada mas peligroso que un negro con sed de vestirse, tener plata, zapatos y sentirse libre con su cuchillo en la mano”




NOTA
*el Cronista Manuel Aquino dice: “Cuando Camejo sostiene el dialogo con el Libertador representado por Páez, igualmente le dice que había ido a la guerra en procura de tres aperos de plata para compartirlos con sus compañeros de servidumbre Mindola y Juan Rafael.



¡Me llamo Pedro Camejo
 realista que se fugó;
 solo aspiro Mayordomo
una casaca marrón
 un penacho bien bonito
que pegue con mi color;
 freno y charnelas de plata
 un caballo correlón
 una Santa Catalina,
un machete bien cortón
 ser obediente a su mando,
 combatir en pelotón,
 encontrar para Mindola
 aperos de distinción,
 para el negro Juan (Rafal)
silla nueva con pellón!
                            Dr. Fleitas Beroes



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Matan al caudillo y un negro deserta


El año de 1814 fue especialmente sangriento y los realistas sufrieron dos bajas importantes:  A comienzos de año matan a Yañez y al final de año, matan a Boves.

Durante los combates del sitio de la ciudad de Ospino, Yañez es muerto el 2 de febrero de 1814 por el disparo de un arma de fuego, lo que produjo el desaliento de sus tropas, que se retiraron a Guanare, recayendo su mando en Sebastián de la Calzada . Se considera que después de este suceso, el Negro Primero desertó
y se fue a los llanos apureños, de regreso. Veámos una reseña de la batalla de Araure:
La Batalla de Araure que se realizó como parte de la lucha independentista en Venezuela comandada por Simón Bolívar comenzó al amanecer del 5 de diciembre de 1813 y tuvo una duración de seis horas, aproximadamente. Se llevó a cabo en la ciudad de Araure, en el estado Portuguesa.
Tras la Campaña Admirable, Ceballos y Salomón –reaistas-, estaban refugiados con cuatro mil soldados en Coro y Puerto Cabello, cada una de sus ofensivas vencidas los obligaría a volver a sus fortalezas costeras. Entre tanto, el ejército de Juan Manuel de Cajigal y Martínez, 3.000 hombres, acababa de ser destruido en el este y centro del país ante Santiago Mariño y luego Simón Bolívar. Por último, José Tomás Boves reunía una hueste en los Llanos que pronto alcanzaría los varios miles.
A finales de 1813 el brigadier José Ceballos, gobernador de Coro, ocupaba Barquisimeto con dos mil soldados y acababa de derrotar en Tierrita Blanca a Bolívar, impidiéndole entrar por asalto en la ciudad (10 de noviembre). Con esos dos millares de hombres, Ceballos cruzó los Andes y entró en la provincia de Caracas a la espera de unirse con otras fuerzas realistas de la región y tomar la capital. Por su parte, José Antonio Yáñez se había apoderado de todo Apure y estaba invadiendo Barinas con 2.500 montoneros apureños y 500 barinenses.  Poco después se dirigía con una columna de 1.500 hombres al centro del país. Así, corianos y apureños reunieron sus fuerzas cerca de Araure, amenazando la estratégica ciudad de San Carlos. Ceballos invitó al coronel Carlos Miguel Salomón, jefe de la guarnición de Puerto Cabello, a unírseles con 1.700 soldados del regimiento de Granada y cientos de partidarios locales del rey.6 Sin embargo, el coronel acababa de sufrir fuertes bajas cuando intento tomar Caracas por su cuenta en Vigirima (25 de noviembre).
Para enfrentarlos, Bolívar reunió un gran número de fuerzas. El general Rafael Urdaneta da las cifras tradicionalmente aceptadas: 3.000 hombres. Sin embargo, el historiador Vicente Lecuna sostiene que eran sólo los soldados veteranos. Si se sumaban los auxiliares y milicianos alcanzaban los 3.700 hombres, a los que se agregaban unos 1.000 hombres traídos por Vicente Campo Elías desde Calabozo y el otro tanto de Manuel Antonio Pulido desde Barinas. En total, 5.700 soldados. El 12 de noviembre, las fuerzas patriotas se reunieron en San Carlos y se organizaron en cuatro cuerpos, partiendo a detener el avance enemigo.
La batalla comenzó al amanecer del 5 de diciembre y tuvo una duración aproximada de seis horas, al término de la cual quedaron cientos de prisioneros, cuatro banderas y numerosas piezas de artillería en poder de los patriotas. La batalla fue decisiva al acabar con el proyecto de los españoles de marchar a Valencia vía San Carlos y, en vez de ello, se vieron obligados a volver a sus posiciones originales: Yáñez a Apure y Ceballos a Coro. Aquí peleó el batallón que en la pasada jornada de Barquisimeto fue castigado por Bolívar, negándole el nombre y el derecho a llevar bandera.
Bolívar en reconocimiento de la valiosa acción del Sin nombre expreso: «Vuestro valor ha ganado ayer en el campo de batalla, un nombre para vuestro cuerpo, y aún en medio del fuego, cuando los vi triunfar, le proclamé del Batallón Vencedor de Araure. Habéis quitado al enemigo banderas que en un momento fueron victoriosas; se ha ganado la famosa llamada invencible de Numancia». Bolívar encargó la persecución de los restos españoles a Urdaneta y volvió a Caracas.
Urdaneta persiguió a Yáñez y Ceballos, algo que hizo hasta que se detuvo en Guanare. Acabo con un alto número de bandas de bandoleros y guerrillas realistas, incluyendo a la de Yáñez, quién murió el 2 de febrero de 1814 en la batalla de Ospino. El 6 de marzo Urdaneta ocupó Barquisimeto y ordenó al comandante Domingo Meza perseguir a Ceballos avanzando hacia Quibor con 500 infantes y 25 dragones a caballo, dejándose solo 130 infantes y 50 jinetes con él para guarnecer la ciudad. Ceballos se enteró de esto y marchó en secreto a Barquisimeto, atacándola tres días después con 600 infantes y 300 jinetes, tomándola y saqueándola,16 forzando a Urdaneta a retroceder a Tocuyo y luego a Trujillo. Finalmente se atrincheró en San Carlos con quinientos soldados mientras Ceballos recomponía sus fuerzas, 800 jinetes y mil infantes, dejando a Sebastián de la Calzada a cargo del asedio. En la noche del 16 Urdaneta evacuo la villa y al día siguiente Ceballos puso marcha hacia Valencia.
Tras Araure no quedaban más tropas realistas en Venezuela que las de José Tomás Boves, los ejércitos de Yáñez y Ceballos habían desaparecido, sin embargo, por todo el territorio de la Segunda República se producen alzamientos campesinos a favor del Rey. Los republicanos eran dueños del Occidente: en Barinas apenas quedaban guerrilleros, Coro no tenía defensas contra el avance de Urdaneta y en Trujillo quedaba sólo Carache como núcleo monárquico. A pesar de contar con un ejército poderoso de 10 batallones, 25 compañías de artilleros, zapadores y cazadores y 6 escuadrones de húsares y lanceros, en total unos 8.000 a 10.000 hombres, aquella fuerza estaba muy dispersa y al no contar con apoyo popular los republicanos no podían recuperarse facílmente de sus bajas como lo hacia Boves.


Entonces, el desaliento mermó en las filas realistas y  muchos lanceros desertaron, desde  la batalla de
Araure; al perderse esta acción bélica, Pedro Camejo volvió a Apure-según relató Páez-,
quien se fue a los llanos barineses y apureños a ocultarse.



NOTA

Como el Negro Primero era todo una chercha y una mamadera de gallo, sabía que sus compañeros iban a echar una broma delante del Libertador; les había ordenado que no le dijeran a Bolívar que había sido realista y que participó en el campo contrario en la batalla de Araure en 1813.

NOTA
Y contó que en Araure le estaba quitando el uniforme al cadáver de un blanco cuando dieron la orden de montar a caballo para huir y él se molestó, porque no podría conseguirle un uniforme para el negro Mindola, otro para Juan Rafael y otro para él. Los presentes se echaron a reír con la salida del Negro Primero.
NOTA
El negro desertó, pero también lo hicieron unos 200 combatientes













Obtuvo la Orden Libertadores por su participación en la batalla de Las Queseras del Medio, junto a 150 hombres más.





Hoy como ayer
Como ha sido siempre
Cuando comienzan los disparos,
El negro va de primero
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Escondido en los llanos Apureños y Barineses entre los brazos de la negra Juana Solórzano




Como en toda historia de cualquier hombre, siempre hay un capitulo sobre sus amores. Asunto que le da un toque especial y humano a la vida. En el caso de Pedro Camejo se sabe de sus amores con la negra Juana Andrea Solórzano, con quien se casó, o por lo menos era su pareja reconocida. Al punto, que en 1846 o 1847 el mismo General Páez le reconoce como su viuda y entonces le entrega los haberes militares que le correspondían a Camejo. De esa manera, le entrega unas tierras en Barinas. No se sabe si las vendió o vivió en ellas. Es un asunto que se encuentra en investigación. Durante el proceso de entrega de ese montepío se desconoce si tuvieron hijos  porque la negra no manifestó nada al respecto y Páez no dejó ningún testimonio sobre ese particular.
Lo que si sabe, es que  Camejo después de desertar llegó a los llanos apureños sin un peso en el bolsillo y más bien pedía ayuda en el camino para comer, asunto que causaba mucha suspicacia de la gente y el mismo negro decía que era preferible no pedir ayuda, para evitar el mal rato. Lo que si sabe es que estuvo robando alguna res para comer.
Muchos años después, el mismo Bolívar le llegó a preguntar:
¿Por qué usted mataba las vacas que no le pertenecían?” y replicó Camejo: “Por supuesto, y si no, ¿qué comía? 




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El Negro Primero, pide incorporación al ejército patriota

El 8 de Octubre de 1816, Páez se crece victorioso en la Batalla de El Yagual, lo que significó liberar completamente los llanos apureños del dominio español. Allí Bolívar lo asciende a teniente coronel y tan pronto se asienta en esos llanos, se le presenta el negro primero pidiéndole formal ingreso al ejército patriota.

Camejo había recibido la jerarquía de teniente y tenía su propio grupo al que comandaba dentro del ejército de Páez. Con ese grado asistió a la hazaña de las Queseras del Medio el 2 de abril[] de 1819  donde recibió junto a 152 combatientes la orden de los Libertadores de las manos del propio Bolívar, quien presenció el encuentro.
 Desde 1816 e Negro Primero estuvo presente en as importantes batallas que ideró e catire Páez hasta Carabobo, donde se cubrió de gloria.

 El general Páez, en su Autobiografía tiene palabras encomiásticas hacia él. “Continuó a mi servicio, distinguiéndose siempre en todas las acciones más notable, y el lector habrá visto su nombre entre los héroes de las Queseras del Medio”, dijo Páez.

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Un 24 de Junio de 1821: Ese dia de gloria para la patria, muere el Negro Primero

Cuenta Páez, el caudillo llanero, que el día antes de enfrentarse en la batalla de Carabobo,  Camejo arengó a los soldados suyos imitando el lenguaje usado por el general Páez en similares circunstancias, para infundir valor y confianza y les añadía que “las puertas del cielo se abrían a los patriotas que morían en el campo, pero se cerraban a los que dejaban de vivir huyendo delante del enemigo”.


   A fines del siglo XIX, el escritor Eduardo Blanco acuñó la manida conseja de que Camejo fue a despedirse mal herido del general Páez antes de morir. Pero fue demostrado en el sesquicentenario de Carabobo en 1971 que estas frases las acuñó el historiador romántico de Venezuela Heroica, copiándola de un hecho similar acaecido en una batalla en Europa. Comentó a un destacado historiador bolivariano en su tiempo, que acuñó la frase para que resaltase la presencia de un negro en la historia patria. Así como esa están llenas las páginas de la historia de falsedades y consejas. El propio Páez se encarga de desmentir lo que le acuñarían años después, al decir: “El día de la batalla,  a los primeros tiros, cayó herido mortalmente y tal noticia produjo después un profundo dolor en todo el ejército. Bolívar cuando lo supo, la consideró como una desgracia y se lamentaba que no le hubiese sido dado presentar en Caracas a aquel hombre que llamaba sin igual en la sencillez”. No hubo tiempo para decir ni pío. Fue herido mortalmente, explica Páez y nadie que se esté muriendo va a pronunciar todas esas palabras presentando una herida mortal de necesidad. Loor al Negro Primero, héroe de la Patria.

Es gracias a la Autobiografía de Páez, que se desmiente el cuento que dice que le dijo a Páez en la Batalla de Carabobo “vengo a decirle adiós porque estoy muerto”, es invención de Eduardo Blanco. Históricamente, es mentira.


EL TESTIMONIO DE PÁEZ

La autobiografía de Páez es la principal referencia que se tiene en cuanto al origen de Pedro Camejo, en la que el centauro se refiere al origen de su fiel soldado y detalla su personalidad.
 “Entre todos con más cariño recuerdo a Camejo, generalmente conocido entonces con el sobrenombre de “El Negro Primero”, esclavo un tiempo, que tuvo mucha parte en algunos de los hechos que he referido en el transcurso de esta narración. Cuando yo bajé a Achaguas después de la acción del Yagual, se me presentó este negro, que mis soldados de Apure me aconsejaron incorporase al ejército, pues les constaba a ellos que era hombre de gran valor y sobre todo muy buena lanza. Su robusta constitución me lo recomendaba mucho, y a poco de hablar con él, advertí que poseía la candidez del hombre en su estado primitivo y uno de esos caracteres simpáticos que se atraen bien pronto el afecto de los que los tratan. Llamábase Pedro Camejo y había sido esclavo del propietario vecino de Apure, don Vicente Alfonso, quien le había puesto al servicio del Rey porque el carácter del negro, sobrado celo de su dignidad, le inspiraba algunos temores. Después de la acción de Araure quedó tan disgustado del servicio militar que se fue al Apure, y allí permaneció oculto algún tiempo hasta que vino a presentárseme, como he dicho después de la función del Yagual. Admítilen mis filas y siempre a mi lado fue para mí preciosa adquisición. Tales pruebas de valor dio en todos los reñidos encuentros que tuvimos con el enemigo, que sus mismos compañeros le dieron el título de El Negro Primero. Estos se divertían mucho con él, y sus chistes naturales y observaciones sobre todos los hechos que veía o había presenciado, mantenían la alegría de sus compañeros que siempre le buscaban para darle materia de conversación...”.
Añado otra cita: “el día antes de la Batalla de Carabobo, que él decía que iba a ser la ‘cisiva’, arengó a sus compañeros imitando el lenguaje que me había oído usar en casos semejantes, y para infundirles valor y confianza les decía con el fervor de un musulmán, que las puertas del cielo se habrían a los patriotas que morían en el campo, pero se cerraban a los que dejaran de vivir huyentando delante del enemigo. El día de la batalla, a los primeros tiros, cayó herido mortalmente, y tal noticia produjo después un profundo dolor en todo el ejército.

Bolívar cuando lo supo, la consideró como una desgracia y se lamentaba de que no le hubiese sido dado presentar en Caracas aquel hombre que llamaba sin igual en la sencillez, y sobre todo, admirable en el estilo peculiar en que expresaba sus ideas”.

miércoles, 20 de enero de 2016

¡Aprobado! ¡Yo te aviso,  chirulí!
Luís Alfredo Rapozo

El colega sociólogo Luís Salas, el empresario pro gobierno Pérez Abad, el Vicepresidente Aristóbulo y el Presidente Maduro se sentaron a fumarse su lumpia en una extraña sesión y parieron ese mamotreto inconsulto para restringir las libertades económicas, ofreciendo expropiaciones, seguir disponiendo de recursos sin control, ofreciendo un corralito criollo; según el cual no se podrá disponer del dinero que cada quien tiene en sus cuentas, y si es comerciante, pues, puede estar expuesto a la rapiña gubernamental sin siquiera obtener un recibo, como aquellos donde se decía “será reconocido, por la revolución”.


¿Quién no sabía que Venezuela vivía una situación de emergencia económica? Y resulta, que llegó el lobo. El gobierno ha estado todo este tiempo cayéndose y cayéndonos a cuentos, sin tomar acciones inteligentes y hasta de sentido común, pero tercamente se han mantenido con su guerra económica, sabotaje y otras historias febriles, calenturientas de aficionado a los comics, mientras el país se detiene; se paraliza, colapsa, se desmorona, y no tenemos comida; ni medicinas, ni repuestos, ni empleos, ni empresas produciendo, etc. Yo me pregunto ¿Qué pasa en las empresas expropiadas por el Estado? ¿Qué sucedió en los hatos llenos de ganado que expropió el gobierno? ¿Cuál es la situación de Lácteos Los Andes, cementeras, etc., etc.? Yo digo, que este gobierno comunista, sin exageración, ha sido una maldición china para Venezuela y el tiempo irá poniendo sobre la mesa con claridad, nuestra triste historia de país en banca rota y arruinado. No se le puede seguir dando carta blanca para que siga la corrupción, el despilfarro y el mal manejo de nuestro destino.

Ese bendito decreto de emergencia económica, no soluciona nada. Más bien quieren seguir con sus planteamientos socialistoides que no ayudan a superar la crisis. Todos sabemos que el gobierno ha estado financiándose con el BCV, reproduciendo billetes sin respaldo. En ese sentido, hay aspectos de macroeconomía que explican el hecho que la inflación haya llegado a esos niveles  extraordinarios que tenemos. Si el gobierno no entra en un estudio serio con el apoyo de la economía como ciencia, sino que sigue con ese basamento marxista, entonces comeremos tierra fétida. Yo pienso, que ese mamotreto decreto-como te dije- es una locura. No se puede aprobar. Y Maduro debería hacernos el favor de poner su cabeza en una bandeja. Es un incapaz, hasta para captar gente proba, que le ayude a superar el peor momento de nuestra historia. Es decir, que el colega Luís Salas debería ser enviado como embajador a la China, para que siga estudiando. Y traer gente preparada para superar la crisis en que nos han metido, sin excusas baratas.


Mal que bien, nosotros teníamos una economía de país moderno, pero desde que Chávez limpió el piso con el BCV, el agua subió al cuello, con un desorden financiero y para colmo, no presentan las estadísticas para ocultar su fracaso: Entonces, ¿Cómo se puede tomar una decisión si no se presentan los números que indican cómo está el enfermo? Hay que llevar a Salas a la AN para que  profundice su petitorio y además informe Cuánto petróleo se produce, Cuánta plata tenemos, Cuántos alimentos tenemos, Cuál es la deuda que tenemos,
para luego entregarle un informe donde se le diga que dicho decreto ha sido negado.






lunes, 18 de enero de 2016

La cuenta de Maduro

Added by admin on January 17, 2016.
Saved under LUIS ALFREDO RAPOZO, Venezuela
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“Por lo visto, no entiende que debe dejar
a un lado su malcriadez totalitaria…”


 El día 15 de enero cuando el presidente tenía que presentarse en la AN para rendir su cuenta, según se establece en el artículo 237 de la Constitución, yo particularmente suspendí un encuentro social y me fui temprano a casa, bien apertrechado para instalarme frente al televisor y seguir detalladamente el informe que daría Maduro.
Sobre dicho informe sucedió algo penoso y es que parece que el Presidente no sabe lo que es un informe ante el parlamento. Entonces, se me ocurrió la idea que hace falta elaborar un manual donde se exponga brevemente y de manera entendible cómo debe escribirse un informe, recomendando el tiempo a utilizar, forma y fondo para que un mandatario o sus asesores no caigan en tentaciones de hacer pichaches y documentos con mucha divagación y alejamiento en el manejo de datos, tablas y precisiones necesarias. Quizá así ningún presidente, como en este caso Maduro, no se vea echando cuentos y cuentos preñados de comentarios poco serios para el acto.
Maduro comenzó a improvisar y se perdió dando vueltas históricas interpretadas bajo su visión de la vida; opinó sobre la estremecida apariencia de la AN cuando Ramos Allup expulsó la apariencia proselitista que había con las imágenes de Chávez y de los cuadros creados con el Bolívar reencarnado en un laboratorio y donde aparece con cara de llanero de Sabaneta: Afortunadamente le dio oportunidad al Presidente de la AN para poner en claro varios puntos interesantes e importantes donde llevó palo el alto mando militar, el PSUV, Maduro, el TSJ y sigue la fiesta. Entonces, pudimos observar claramente que con Ramos Allup se visualiza la llegada de la política parlamentaria a la vida venezolana y me parece que el gobierno no ha entendido que debe dejar a un lado su malcriadez totalitaria. Incluso, Ramos Allup manifestó que Maduro no dejó un discurso escrito y le solicitó el mismo para evaluarlo, algo sencillamente decadente como cuando uno tiene que aplazar a un estudiante por mal trabajo presentado. Adicionalmente, no dejaron informes por cartera, cosa que suele hacerse, por ende no hay nada que evaluar en las distintas comisiones.
Lo importante del “informe de Maduro” es que se presentó con el decreto de emergencia económica que deberá discutirse en la AN y que lógicamente debe ser el asunto más importante en estos días en el panorama nacional. Solo puedo opinar que dicho decreto en mi opinión puede afectar empresas y propiedades, pues Maduro quedaría con la restricción económica en sus manos; pudiendo hacer lo que sea y como sea, afectando grupos empresariales, empresas de cualquier índole, centros productivos y cualquier negocio que caiga en desgracia ante los ojos del gobierno como sucedió con los comercios del mercado de Quinta Crespo en Caracas, a dónde una noche llegaron y les robaron toda la mercancía disponible para la venta por mero capricho, sin entrega de actas, ni tribunal de por medio, como si fuera cualquier Juan Pistolas, saqueando un hato.
Por lo demás queridos amigos, en el informe de Maduro no se habló de salud, educación ni seguridad. Por lo visto, Maduro entiende que todo está en crisis y se entiende con el barril a 15 dólares por debajo del presupuesto y con una inflación a 165% cuando la calcularon a 80%.