jueves, 21 de agosto de 2014

La hegemonía comunicacional
LUIS ALFREDO RAPOZO

¡Kikirfiki, kikiriki! Canta el gallo  y la gente comienza su rutina. Las dos emisoras de radio que hacen vida en el pueblito oriental, prenden sus luces opacas y entonces la voz de un ex presidente muerto retumba cantando el himno nacional entre arengas y llamados, para que la gente le acompañe como si estuviese animando las fiestas patronales de nuestra señora de la candelaria: la cosa parece medio macabra como en una película de vampiros, dráculas, muertos que caminan después de salir de sus tumbas todos podridos y malolientes-ustedes saben-.

No hay programas de opinión que critiquen la gestión de gobierno. Todo el equipo de locutores, conductores, invitados que asisten a darle vida a las emisoras viven midiendo sus palabras letra por letra, con miedo a ser sancionados por cualquier desliz y el director de la radio se obsesiona supervisando a cada periodista que opine, o lea simplemente los artículos de opinión y las noticias al aire “…mosca, que nos pueden sancionar-dice-, mejor lee los diarios VEA, Correo del Orinoco, las noticias de AVN, el portal del canal 8 y algo de Ultimas Noticias para evitar problemas…”-vuelve a decir el fulano director,  quien es un delegado del PSUV al congreso socialista del partido-.

Ningún candidato opositor que compita a un cargo de Alcalde tiene oportunidad de asistir a la radio para nada. Ni siquiera sus propagandas son aceptadas. Entonces, debe buscar otra manera  de comunicarse mientras el candidato oficialista aparece a cada rato
como una barajita repetida: Más o menos así, es la cosa, compañeros. Así se bate el cobre. 

En Barinas, esta semana cerraron una de las emisoras más potentes de la zona. No le renovaron su concesión a pesar de múltiples esfuerzos para mantenerse. Entonces, este lunes 18 de agosto, a primera hora, se presentó CONATEL pidiendo la salida del aire y ordenando que colocaran pura música: ellos, llegaron a la emisora; acompañados de la Guardia Nacional, un numeroso grupo de empleados de la gobernación y unos colectivos extraños para asegurar el cumplimiento de la orden: al final de día se escuchaba el nuevo nombre del dial, “RADIO POPULAR” dejando a todo el mundo con la boca abierta.

Mi abuelita me recordó que a Nitu Pérez Osuna le aplicaron una providencia administrativa y le cerraron su programa al igual que a Iván Ballesteros, en RCR, quienes creían que estaban en democracia. “Ilusos-dijo la viejita- no saben lo que es la hegemonía comunicacional”

Y es que últimamente, el gobierno ha arreciado su política para controlar la información, quieren evitar la denuncia y quieren controlar todo lo que pueda aparecer en los medios: son antidemocráticos 100%  aporreando al ciudadano en su libertad. “…hasta hablar en una esquina va a ser difícil, mijo-me vuelve a decir mi abuelita- .Y yo le digo “…que nunca habíamos estado tan censurados, oprimidos y con la palabra secuestrada por algún gobierno en los últimos cincuenta años”.

domingo, 17 de agosto de 2014

Un gobierno malandro

Artículo por Luis Alfredo Rapozo


¡Un gobierno malandro!


Venezuela: "Un gobierno malandro"


El ambiente económico-social general, que tenemos en Venezuela es deprimente.

Parecemos un país del cuarto mundo y lo que damos es pena ajena: todo un show a todo trapo, cual pan y circo, para entretener al resto del mundo y para que pongan cara de asombro, desparpajo, cuando vean lo que aquí sucede con esta especie de saqueo organizado; que arma el gobierno de Maduro y dirige, usando sus cadenas de radio y TV; así como los medios de comunicación bajo su influencia, para transmitir odio, violencia, acción contra los comercios , etc., en vez de propiciar que la ley y los organismos fiscalizadores intervengan supervisando la realidad y el comportamiento económico de aquellas empresas que especulen y atenten contra la estabilidad monetaria.

¡Gracias a Dios-hay que decirlo-, no ha habido muertos, ni incendios, ni traumatismos violentos en la sociedad, pero ha habido detenidos, presiones indebidas, etc.!

No cabe duda, que el comunismo está pasando uno de sus peores momentos en la antesala a las elecciones municipales del 8 de diciembre.

Todo indica, que el gobierno ha volcado su aparato de propaganda, manejando colectivos y sectores sociales para arremeter contra el comercio importador de línea blanca y artefactos electrónicos para el uso domestico. Asunto que ha generado saqueos en Valencia, conatos en otras ciudades y largas colas de ciudadanos en todas las ciudades del país para tratar de obtener un bien que posiblemente no se verá en el corto y mediano plazo, a juzgar por el estado en que quedará el sector comercial, vendiendo por debajo de sus costos y beneficios.

Gobierno


Un sector que se mueve en el mundo de las divisas, para poder comprar y vender ha sido el blanco del gobierno, para ejecutar su populismo electoral. Pero, igualmente se encuentran productos con altos precios en el área automotriz; en el área de zapatería, vestido, farmacia, laboratorios, ferretero, etc., entonces, todo indica que se verá también una situación de desmadre en esos sectores, tal como ha sucedido con la gente de línea blanca y afines. ¿O acaso, el sector de repuestos automotrices, no necesita dólares para surtir el mercado y tiene que recurrir al dólar libre-pregunto-? ¿O acaso, no hay especulación en otros sectores?-se pregunta uno-.

Evidentemente, sobre todo este asunto deberá haber una incidencia. Uno se pregunta si los comercios podrán mantenerse operando con su flujo económico normal, con movimiento financiero, recursos humanos, transporte, y relacionados. Uno tiene que preguntarse necesariamente-, si el empresariado seguirá invirtiendo en Venezuela. Uno se pregunta si el clima de confianza en los inversionistas estará allí el próximo año para generar empleo.

Chavez


La especulación es un verdadero problema -eso no se discute-, y sobre todo, en momentos de dificultades para adquirir divisas y convenir la importación de productos, insumos, etc. Pero, es que no hay manera de controlar el comercio del dólar que monopoliza el mismo gobierno.

Uno se pregunta: ¿Si el gobierno de Maduro no es un gobierno malandro?

viernes, 15 de agosto de 2014

Creo en mí mismo, creador…

Creo en mí mismo, creador…

Jorge Cruz,
Caracas, 9 de agosto de 2014

Últimamente he estado pensando  sobre mis principios y valores. Yo crecí en un hogar de padres católicos, mi primaria estuvo marcada por dos religiones: la católica y la protestante. En bachillerato mis primeros años la protestante y luego laico. Estando en bachillerato, mi mejor amigo era Testigo de Jehová y luego otro que era anglicano. También, con regularidad nos tocaba leer la Biblia.

A todos ellos escuché, cada uno presentándose como la verdad verdadera. El oír sus debates entre las diversas fe y mis lecturas de la Biblia, en la cual, recuerdo claramente,  un Dios “justo” destruía unos muro de fortalezas (Jericó) para que su “pueblo” masacrara a otro, por supuestamente ser impíos. El Viejo Testamento está lleno de guerras, de matanzas en nombre de un Dios. Todo ello me hizo entender que
ese Dios, no era tan justo como me lo intentaban vender, no era misericorde, ni tan justo, no prevalecía el perdón, sino el asesinato justificado en su nombre.

Por ello a temprana edad, decidí o me convencí que no existía un Dios, empecé a militar en el ateísmo. Años después aparece el marxismo hablándome de la religión como el opio de los pueblos.

El marxismo me mencionó la explotación del hombre por el hombre, de la lucha de clases. Comienzan mis años universitarios, con una formación básicamente marxista (o de izquierda, para los que les encanta
repartir etiquetas). Al mismo tiempo inicio unas reflexiones que me llevan a dudar del marxismo como teoría para aprehender la realidad. Comienzo mi periplo por estudios de 4 nivel, voy a Santo Domingo, allí, con una mayoría de profesores marxistas, incluso varios formados en la Unión Soviética de los setenta, con más ahínco me convenzo que el marxismo no me puede explicar la realidad que era mi “objeto de estudio” por mi formación.

Ya en mi paso por la universidad había tenido contacto con propuestas ambientalistas, estas se van consolidando y mi militancia en ONG ambientales no se hace esperar. Nuevamente el marxismo no me sirve para explicar mis apreciaciones de la naturaleza, las grandes enseñanzas con mis queridos amigos, biólogos en su gran mayoría. No encajaba eso de la lucha de clases con movimientos “culturales” como el ambientalismo o ese torrente de nuevas formas de acercarme a la realidad.

Es decir, fui poco a poco configurando mi verdad, la única que realmente existe para mí, las demás son solo interpretaciones de la realidad en la cual me desenvuelvo.
 
Es una verdad que me dice que las “luchas” son culturales, no son clases que se enfrentan, son liderazgos con seguidores de diversas “clases sociales”, líderes que atraen personas que van conformando una comunidad (algunas veces incluso bajo un solo partido político) que a su vez va creando una cultura (un lenguaje, un discurso, forma de vestir, redes de amistades, entre otras).  Siempre hablan de reivindicaciones: recuperar los derechos perdidos o no alcanzados por  la acción de una “clase” (capitalista para el marxismo), una “raza” (nazismo), una religión (cristianismo en todas sus variantes; islamismo, etc.), una cultura (blancos sobre afros, o grupos como los de Le Pen en Francia), una preferencia sexual (heterosexuales sobre homosexuales) ; basados en esas “razones” justifican el arrasar con el “enemigo”. Se les persigue hasta hacerlos desaparecer, sea físicamente (muerte o cárcel) o económicamente (no se les permite conseguir trabajo o fuente de ingresos).

Esa es mi verdad, ya no creo en izquierda o derechas, ni en dioses, ni clases sociales, solamente soy un humilde seguidor del credo de Aquiles Nazoa. 
¿Cómo son los venezolanos? (I): Una perspectiva sociológica PDF Imprimir Correo
17-10-2013 a las 11:27:59
La crisis institucional generó 5 tipos de venezolanos. Un estudio de la Ucab y LUZ reveló que 57 % creen que el control de sus vidas depende de otro y apenas 44 % de la población confía en instituciones formales

Grissel Montiel


   
Natalia Sánchez, investigadora del Centro de Estudios Sociológicos de la FCES de LUZ. Foto: Carlos Churio.
Comprender lo social desde una lógica interdependiente, con unas normas universales por cumplir, trabajo productivo que hacer, instituciones para respetar y oportunidades que aprovechar es un ideal de sociedad que en Venezuela no ha podido concretarse hasta ahora.
 
Según Natalia Sánchez, socióloga e investigadora del Centro de Estudios Sociológicos de la Universidad del Zulia y responsable en occidente del estudio sobre tipologías del venezolano —en conjunto con la Universidad Católica Andrés Bello—, el porcentaje de las personas que confía en las instituciones es apenas 44%. Lo grave de la cifra está en el hecho sociológico de que un país cuyas instituciones no tengan la confianza de sus ciudadanos y no ofrezcan las alternativas para coadyuvar en la construcción de valores, vías de ascenso legítimas y superación social, espiritual y económica está destinado a ser un país en crisis.

Es minoría el venezolano que cree que su locus de control es interno o interdependiente (43,2%), es decir, que lo que hagan y sean hoy va a influir en lo que tengan y serán dentro de 5 o 10 años.

“Si tuviéramos que seleccionar una variable para explicar esto en lo que estamos metidos es la debilidad institucional. ¿Qué es lo que hace que los referentes de valoración y los significativos sociales de la gente sean diferentes?: tu acceso a romper del mundo biográfico (lo que ves en lo inmediato, tu familia y entorno cercano) al mundo social (ver más allá desde el entendimiento) y eso solo se logra a través de las instituciones”, explica Sánchez.

En general, con motivación y con capacidades, las personas ascienden socialmente, pero las capacidades y destrezas provienen de las oportunidades, explica Sánchez: “Si las oportunidades solamente se las brinda la familia es imposible que puedan lograr tener las mediaciones institucionales que se requieren para poder pensar diferente, ser productivos e independientes”.

Tipologías del venezolano

Para efectos didácticos, el estudio Ucab-LUZ clasificó a los venezolanos en  rezagados, tutelados, movilizados, integrados y desarraigados (ver infografía). Estos últimos son los que ya definitivamente se quieren ir y, ante coyunturas de crisis como la actual, aumentan en número.
  Según Sánchez, para el desarraigado irse es la última opción, en realidad se quieren quedar, pero piensan que si esto sigue así “o los pueden matar al salir a la calle, o no ven aquí futuro. Entonces se quieren ir. Ahora, les arreglan una o dos cosas de las que creen que están graves y entonces no se quieren ir. Se les presenta un dilema”.

Por otro lado, 27% de los venezolanos entran en la tipología de rezagados: consideran que lo que les pasa está escrito. Su ascenso no depende de lo que haga, cree en el destino, la suerte o cualquier símbolo religioso, tienen poca confianza en las instituciones y no valoran el desempeño en sí mismo, tienden a ser fatalistas y conformistas. La frase que los define: “No te mates porque al final es el destino el que va a mandar”.

El venezolano promedio
 

¿Cómo es el venezolano promedio?: el que quiere “echar para adelante”, según concluye el estudio. Es el tipo de venezolano del estrato socioeconómico C (36%), los que salieron de la pobreza extrema y están “batallando como locos”; 10% de los venezolanos están en el estrato E (estos apenas sobreviven); 15% en los estratos A y B, los que han ascendido y tienen más capacidades; y 37% en el D.

Comillas

     Somos huérfanos social y políticamente. El grupo D-E es el que peor la está pasando.

Comillas 
Analiza Sánchez que este venezolano promedio es poco visto porque nadie lo muestra, los del estrato A-B creen que los que están en el C es porque quieren, partiendo de la idea errada de que todos los venezolanos tuvieron las mismas oportunidades y no las aprovecharon. “Somos huérfanos social y políticamente. El grupo D-E es el que peor la está pasando”, refiere.

“El venezolano cuando asciende deja lo otro atrás. Lo ignora. Tiene que haber una reconciliación entre los estratos A, B y C, porque quienes ascendieron tampoco eran nobles: se trata del venezolano que hace poco o sus ascendentes eran C, entonces no estamos muy lejos, y políticamente los estratos C-D son los que ponen y quitan presidentes en este país. Allí están los Movilizados y los Emancipados”, expone la investigadora.

Recuerda que hay muchos otros venezolanos que son un lastre en términos de pensamientos, –no como personas, aclara– que no han tenido las oportunidades y por ello tampoco las capacidades. Su propuesta apunta a hacer que esos sean cada vez menos. “¿Cómo se hace eso? Con escuelas, con educación, con instituciones que generen confianza, con policías que garanticen la seguridad y políticas económicas que nos saquen de la monoproducción y nos permitan abastecernos  y tener calidad de vida”, puntualiza.

El desprecio urbano por lo rural
 

De acuerdo con los resultados del estudio, el país puede dividirse en una Venezuela rural, no institucionalizada, que ve solo su entorno inmediato y su mundo biográfico; y una Venezuela urbana que ignora a la otra mitad, con mejores oportunidades, más institucionalizadas y posibilidades de ascenso social.

La fantasía de la riqueza
 

Tal como el que se gana la lotería, el venezolano no tuvo ni tiempo de asimilarlo cuando el “boom” petrolero se lo llevó de la Venezuela campesina y agropecuaria a la Venezuela urbana, pionera y referencia en Latinoamérica en ciencia, infraestructura, medicina, con aires de modernidad. Y aunque desde la primaria los profesores advirtieron que el petróleo era un recurso no renovable, creyeron en los políticos y gobernantes que convencieron de que ahora se tenía un país rico, con un recurso natural envidiable e infinito.

Nos convertimos en una sociedad aspiracional, soñamos con el ascenso, con el progreso, porque nos dijeron que ahora éramos ricos, que teníamos un recurso que se vende muy bien en el mercado y para el cual no había que trabajar, solo unos pocos para la extracción y exportación”, dice la socióloga de LUZ, Natalia Sánchez.

El problema de ese deseo de ascenso —distorsionado por la trampa— es que no estuvo acompañado del fortalecimiento de un tejido institucional que encaminara ese deseo por la vía de la superación honesta, trabajadora, profesionalizante y de frutos a largo plazo. Al contrario, se pensó que el ascenso está asociado al consumo, a la obtención de cosas para mostrar, porque, según Sánchez, “en los años 60 y 70, el que quería estudiar estudiaba, pero en los 80 y 90 no, quizás hasta sexto grado y ya después no. La brecha educativa allí es bastante grande. Solo en términos de cantidad ni hablemos de calidad”.

Una importante porción de los venezolanos se quedó en esa Venezuela rural desprovista de esas redes institucionales. Ese sector de la sociedad es el que ahora padece más.

El autoengaño
 

De acuerdo con el sociólogo y ensayista venezolano, profesor de LUZ, Miguel Ángel Campos, en entrevista publicada en LUZ Agencia de Noticias: “El venezolano sintió que dejó de ser la estrella del continente cuando la expectativa del bienestar no le llegó. Pensó que era un cuento, esa idea de que somos especiales, que tenemos lo mejor, que tenemos un origen noble, abierto, igualitario, de intercambio y que eso nos hacía diferentes. A fin de cuentas, entendió el autoengaño. De alguna manera, se reencontró con sus taras, he allí la abierta descomposición social de hoy -que va en la pérdida absoluta de la solidaridad, pasando por la violencia, la criminalidad-. Su tolerancia al crimen, por ejemplo, tiene que ver con que descubrió su verdadera constitución: es artero, taciturno, violento”.

“El venezolano es vanidoso y le gusta exhibir y se piensa que el conocimiento es para exponerlo, no para disfrutarlo, tenerlo, valorarlo, ser más eficientes y productivos… el ascenso social hay que exponerlo y hasta ahora se hace con cosas visibles”, reflexiona.

Explica Sánchez: “¿Es imputable a estos años de gobierno que consumamos más de lo que producimos? Estos han contribuido. Pero ya veníamos así desde la colonia con este resentimiento por sentirnos colonizados de tercera que debíamos igualarnos a los otros latinoamericanos ostentando”.

Sobrevivientes sociales. Esas dos palabras resumen cómo se siente la mayoría de los venezolanos en los últimos años. Una gran parte se siente huérfana políticamente, y otra descontenta porque por la vía por la que sus padres ascendieron ya no es posible hacerlo.

Campos advierte que no se trata de actualizar la educación. “Se hizo y funcionó en los 40. Ya no. Llegamos a un punto de deterioro, de extravío, se trata de olvidar todo lo que nos han enseñado, lo que hemos aprendido en una escuela informal. La escuela nunca revisó críticamente sus programas, no se ha pensado como institución mental generadora de felicidad".

Lo que faltó
 

“Estamos en una sociedad que dejó de enseñar virtudes, que se hizo oportunista, economicista, que creyó, y cree que de lo que se trata es de la producción y el consumo. No tenemos ni siquiera corrección, menos virtud, si la tuviéramos, tendríamos esperanza de tener Estado de derecho. Pero como no hubo ciudadanía, no tuvimos chance de tener estado de derecho”, enfatiza el ensayista Miguel Ángel Campos.

¿Qué nos puede salvar?

Comillas

     El venezolano tendría que volver a enamorarse de Venezuela

Comillas 
Para salir de este “desencanto”, los investigadores afirman que el venezolano debe ver que al menos se están tomando medidas para disminuir los problemas que más les preocupan: la inseguridad, el alto costo de la vida, y el desempleo asociado al alto costo de la vida. Las señales de que se está arreglando eso deben ser claras y efectivas. “La gente está pasando mucho trabajo para vivir pero no tiene calidad de vida”, afirma la socióloga Natalia Sánchez.

Escoger como vía de ascenso la educación, el conocimiento y los valores amerita que haya confianza en las instituciones y éstas no han funcionado como para ganársela. Todo apunta a que se debería sobredimensionar el papel de las instituciones como las únicas para ayudar a cumplir las metas aspiracionales. Por ahora, el venezolano promedio prefiere trabajar de inmediato y buscar ascender por otras vías más rápidas.

El deseo de ascender que comparten los venezolanos sería un combustible para replantearse la sociedad que se tiene y convertirla en la que se necesita. No desde la materialización. Plantea la socióloga: “El tema de la educación es fundamental, el rol de los medios de comunicación, hacernos más productivos, apoyar los emprendimientos. Hay que quitarnos la idea de que somos un país rico porque tenemos petróleo y consumimos mucho. Los países ricos son aquellos que viven de su propia productividad y consumen menos”.

El desencanto es contagioso. Sí. Pero reencontrarse con un proyecto de país que va a ascender y a ofrecer calidad de vida también es contagioso. Los investigadores destacan que si los desarraigados, los integrados y emancipados se animan y se motivan pueden cambiar las cosas. Por otro lado, los que no saben cómo hacerlo, pero tienen ganas, seguro se contagiarán de los otros.

Se abre entonces una posibilidad de cambio. 32% de los venezolanos tiene capacidades profesionales y técnicas, y un 28,39 % se ha emancipado y es muy trabajador. Hay un deseo manifiesto de ascender y un pasado que sirve de referencia para saber que podemos estar mejor que ahora. La socióloga menciona otra condición esencial: “El venezolano tendría que volver a enamorarse de Venezuela”.

Lea también: 

¿Cómo somos los venezolanos? (II): la perspectiva psicológica.

Baja autoestima y poca motivación al logro pesan en el perfil del venezolano. La psicóloga e investigadora de LUZ Rosario Fonseca revela algunas de las características psicosociales más comunes entre los venezolanos  

La ruina de la democracia

Zenair Brito Caballero
A finales de la década de los 70 y a partir de los 80 del siglo pasado, "teniendo como telón de fondo" los procesos democráticos que vivió la Europa meridional y América Latina, muchos estudiosos de las ciencias sociales comenzaron a cuestionarse sobre los problemas modernos de la democracia, en especial su vinculación con los regímenes políticos y la relación institucional entre el Estado y la sociedad civil.
Hasta este momento no les interesaba todavía el análisis de la vinculación entre el diseño institucional y el desarrollo democrático de un país; fue pocos años más tarde cuando los politólogos comenzaron a preocuparse por el tema.
Por lo que se refiere al desarrollo de la democracia en América Latina, el presidencialismo es la institución que, en este contexto, se ha analizado para poder conocer las causas de la fragilidad democrática (o si se quiere crisis democrática) que viven los países de la región.
El sistema presidencialista es la forma de organización política preponderante en la región y el origen de todos sus males. Sobre este tema se han escrito muchas obras. “La crisis del presidencialismo”, coordinada por Juan Linz y Arturo Valenzuela; “Presidencialismo y democracia mayoritaria”: “Observaciones teóricas” de Arend Lijphart; así como otros análisis igualmente destacados de autores como Giovanni Sartori, Alfred Stephan y Cindy Skach, entre otros.
De acuerdo con todos ellos, las rigideces propias del régimen presidencial tales como la tendencia a la concentración del poder, la ausencia de un poder moderador, la naturaleza de ganador único en las elecciones con la posible consecuencia de estancamiento en la relación entre el Ejecutivo, el Legislativo. El Judicial y el Moral (juego de suma cero) y el potencial polarizador de dichas elecciones, inducen a estos regímenes a vivir en permanente conflicto e inestabilidad.
De ahí que estos autores hayan planteado como el mejor medio para combatir estas dificultades y evitar que crisis como éstas sigan sucediéndose en América Latina, el hacer avanzar los regímenes presidencialistas hacia sistemas semipresidenciales o parlamentarios que incentiven la conformación de mayorías que puedan hacer cumplir los programas de Gobierno, que doten de una mayor capacidad para gobernar en el marco de un sistema multipartidista, que generen una menor propensión a que los Ejecutivos gobiernen dentro de los límites de La Constitución y otorguen mayores facilidades para destituir al jefe de un Ejecutivo que actúe en contra de la misma o de los intereses de la población.
De acuerdo con estos autores, la contrastación empírica del funcionamiento de los sistemas políticos permite establecer una clara correlación entre el parlamentarismo y los procesos de consolidación democrática y el presidencialismo y la crisis de las democracias.
No obstante, no todo el problema vinculado con las crisis latinoamericanas está en las deficiencias del diseño institucional que desincentivan la cooperación y obstaculizan la suscripción de compromisos y pactos de carácter consociativos necesarios en todo proceso de transición a la democracia.
El otro gran factor que ha detonado la mayoría de las crisis democráticas en América Latina ha sido la imposibilidad de los Gobiernos de resolver las añejas y nuevas carencias sociales que afectan a su población, así como de reducir las cada vez más preocupantes desigualdades, la miseria y la pobreza.
De acabar con la lucha de clases y de generar nuevas oportunidades para sus ciudadanos. En fin, consolidar un Estado social de Derecho capaz de producir a la vez crecimiento económico y bienestar social.
La pasividad de los Gobiernos de América Latina ante la descomposición social de sus pueblos dice mucho de su incapacidad para hacer frente a conflictos en forma preventiva. El hastío y la desilusión ante la democracia por la carencia de representatividad y de soluciones viables a los problemas de la sociedad es tal, que los ciudadanos han comenzado a ensayar nuevas opciones (Populismos, demagogias, democracias plebiscitarias, control popular sin intercesión institucional, Poderes fácticos versus Poderes legales, etcétera) que han puesto en riesgo ya la estabilidad interna de varios países y podrían poner en peligro incluso a la región y al continente entero.
Venezuela tiene que aprender de las lecciones de la historia y evitar caer en propuestas populistas y demagógicas como medio para enfrentar la pauperización y las desigualdades que castigan cada día más a nuestro desmoronado y arruinado pueblo.
Venezuela ha perdido en casi 16 años de régimen revolucionario  socialista-comunista la oportunidad de adecuar las instituciones nacionales a la nueva realidad política de la nación y de consolidar la democracia social para poner fin a los rezagos en la materia.
En 15 años d un mal llamado socialismo del siglo XXI, q ni sus mismos precursores pueden explicar ¿qué es?, no se ha podido concretar ninguna reforma importante y los programas sociales que ha venido aplicando no son más que la continuidad de los programas de las administraciones anteriores pero con otros nombres como las llamadas misiones, que ya han mostrado sus limitaciones.
Para el gran cambio fundacional de nuestro país, es necesario que se tome en cuenta este enorme reto y los líderes políticos, nos ofrezcan propuestas concretas y verdaderas orientadas a fortalecer nuestra institucionalidad y poder asegurar un desarrollo social más equitativo. ¿Será esto posible en esta depauperada y desvalorizada Venezuela sin democracia?  

jueves, 14 de agosto de 2014

Sociólogo Tulio Hernández: En total degradación sociedad venezolana

Sociólogo Tulio Hernández: En total degradación sociedad venezolana


Escrito por EJV-Fotos: Archivo
agosto 14, 2013

Muchos quizás no estén familiarizados con el término anomia, el cual suele utilizarse en sociología para referirse a la situación en la que queda sumida una sociedad, cuando dejan de estar claras las reglas de interacción y conducta, por lo que normas y leyes ya no tienen importancia y se genera un espacio en el que miembros de todas las clases sociales incurren en acciones que, en mayor o menor grado, son delictivas, pues se asume que no hay castigos.
Para entender cómo ha surgido esto en Venezuela, se conversó con el sociólogo Tulio Hernández, quien explicó: "El término anomia apareció en el siglo XIX, bajo el impulso del sociólogo inglés Emile Durkheim, para denotar a las poblaciones que migraban del campo a la ciudad, donde se topaban con reglas totalmente diferentes, por lo que no lograban identificarse con el sistema de leyes establecido, cayendo en un caos absoluto de conducta, pues no tenían referencias de hábitos de vida urbana”. Llevando la definición de anomia a la realidad venezolana, Hernández aclaró que éste comenzó a manifestarse hace 30 años en el país, cuando el proyecto del bipartidismo empezaba a hacer aguas en las grandes ciudades. "Se produjo un desapego moral por el pacto social que se había creado, a consecuencia de problemas como el hacinamiento familiar, la falta de control policial y la ausencia de castigo a la violación de las normas. Esto creó un estado en el que todas las clases sociales confluyen en un espacio público que se ha convertido en una selva. Buen ejemplo de esto es el tránsito automotor: Alguien que conduce un vehículo costoso y en Miami se porta bien, aquí es capaz de comerse la luz o tirar basura por la ventana; o un motorizado siente que puede montarse sobre la acera e ir en sentido inverso”, precisó, añadiendo que esta situación se fue contaminando hasta el caracazo, evento en el que la anomia empezó a alcanzar un nivel máximo, ya que cada persona se sintió con el derecho de cobrar la parte del botín petrolero que "le correspondía”.
 

Anomia exacerbada

 
Durante los últimos 14 años, según Hernández, en lugar de revertir este proceso anómico, el gobierno chavista ha exaltado la idea de que la ilegalidad es buena y que el sistema de relaciones "que los oficialistas califican de burguesas”, es decir, cumplir las normas y ser respetuoso, es malo porque se trata de una especie de sumisión. "Por lo tanto, la forma verdadera de liberación es la irreverencia. Y como  el difunto presidente Chávez era un gran populista, en vez de enfrentar el fenómeno de la violencia con prevención y sanción, decidió que no debía tratarse la pobreza, ni meter en prisión a los maleantes. Entonces ya nadie molestó a los colectivos armados y las cárceles se convirtieron en centros de formación militar. La anomia ha llegado a tal punto que no importa si un gobernante es también ladrón, o si en un recinto penitenciario hay armas de guerra, o si un Antonini llega a otro país, desde Venezuela, con 800 mil dólares en un maletín, o si un Danilo Anderson es asesinado por sus propios compañeros con una bomba de tiempo”, dijo.
 

Delito: terreno común

 
"El ciudadano piensa: ‘Si no importa arriba ¿Por qué me debe importar a mí?’. Así, hemos caído en un estado anómico donde todas las clases sociales comparten lo delictivo”, afirmó el sociólogo, destacando que esta realidad se aprecia en casos como la compra divisas en el mercado negro, los viajes al exterior para explotar el cupo Cadivi con la tarjeta de crédito, o los funcionarios que sobrevenden vuelos para recibir pagos de las personas que están en lista de espera. "Esto es anomia, porque no hay reglas claras, ni castigo, ni función. Por el contrario, violar la norma se convierte en un acto digno de celebración”, puntualizó Hernández.
 

Sociedad postapocalíptica

 
Al preguntarle al sociólogo en qué podría degenerar la anomia que sufre el país, aclaró que a estas alturas ya no es posible plantear en qué degeneraría la sociedad venezolanos, insistiendo en que la nación ha tocado fondo. "Somos una sociedad postapocalíptica. Por ejemplo, yo provengo de un pueblo en el estado Táchira, donde nos enorgullecíamos de tener vías amplias, de no arrojar basura a la calle y de respetarnos mutuamente. Hoy en día, la gente se orina en la Plaza Bolívar al pie de la estatua de El Libertador, ponen música a todo volumen, se embriagan frente a las licorerías, lanzan botellas a las viviendas y no pasa nada, pero tampoco ocurre nada cuando alguien es asesinado de ochenta balazos, o un niño es torturado por sus propios familiares. Nos hallamos entre las sociedades más degradadas junto a algunas poblaciones de México y otras de América latina”, resaltó el experto.
tulio-hernandez-sociologo-1

¿Hay alguna salida?

 
Para solucionar esta situación, Hernández indicó que es necesario un gobierno que dialogue, en lugar de gobernar sólo para una parte de la sociedad venezolana. "Lamentablemente para el Ejecutivo Nacional, el sector al que menos aprecia no termina de marcharse del país. Elías Jaua, ministro de Relaciones Exteriores, declaró: ‘El que no es chavista, no es venezolano. Sin embargo, en Venezuela hay mucho dinero, y aunque sí hay un gran sector empobrecido con muchos profesionales, también hay una clase adinerada, cada vez más rica, conformada por importadores, comerciantes, la nueva burguesía bolivariana y beneficiarios de subsidios del Estado. Para revertir todo esto, se requiere de un nuevo gobierno capaz de iniciar un proceso de transformación moral, el cual sería muy costoso, pues exigiría un verdadero desarme de la población,  la implementación de un sistema de cultura ciudadana y reeducación  para que se cumplan las normas, y la introducción de sanciones. Sería una labor agotadora, pero si sociedades que han vivido peores situaciones que la venezolana, han logrado bajar sus índices delictivos, entonces aún hay esperanza, pero debe haber un movimiento político que no sea populista, ni militarista, ni rentista, ni paternalista, porque el chavismo sólo ha agravado estas perversiones partidistas”, concluyó.

LOS SOCIÓLOGOS OPINAN: ¿QUÉ ESTÁ EN DISPUTA EN VENEZUELA?.- VENEZUELA NO ES ESPAÑA. VENEZUELA LA GUERRA ACADÉMICA.

LOS SOCIÓLOGOS OPINAN: ¿QUÉ ESTÁ EN DISPUTA EN VENEZUELA?.- VENEZUELA NO ES ESPAÑA. VENEZUELA LA GUERRA ACADÉMICA.

&&&&&
Venezuela la patria del Comandante Hugo Chávez del revolucionario bolivariano, del hombre que junto a su pueblo intentó cambiar, transformar políticamente, la seudo democracia existente de los viejos partidos políticos. Pero antes de su plena realización la muerte lo adelantó, pero la herencia política que deja el Comandante Chávez en Venezuela y en América latina es extraordinaria. Después de la histórica Revolución Cubana, hubo muchos intentos y formas de “hacer la revolución”, porque todas fracasaron, unas por “ser copia y calco” y otras porque en el propio camino fueron derrotadas por un poderoso enemigo imperialista, siempre atento a defender sus intereses y no permitir otra revolución, otra Cuba en Nuestra América. Hugo Chávez comprendió con mucha sabiduría, que las revoluciones no se repiten, no son copia y calco, había leído al Amauta peruano José Carlos Mariátegui y de él aprendió que las revoluciones son “creación heroica de cada pueblo”. El proceso revolucionario bolivariano responde políticamente a su propia realidad, es creación heroica de su propio pueblo por décadas traicionado, por los viejos partidos políticos, por los candidatos presidenciales que ofrecían una y mil maravillas, pero una vez en el gobierno gobernaban para su clase. Chávez comprendió e interpretó este proceso latinoamericano – aprendió mucho del fracaso de la Unidad Popular en Chile, del Presidente Allende y de todos los revolucionarios de América Latina – sistematizó este conjunto de experiencias revolucionarias y emprendió en el país “llanero” su propio proceso político revolucionario, tomando como guía las enseñanzas históricas, del Líder de la Independencia de América, Precursor y Paradigma revolucionario a uno de los más grandes patriotas latinoamericanos: Simón Bolívar.

Hoy este proceso revolucionario está siendo atacado económica y políticamente por una derecha que siempre se ha creído dueña del poder y propietaria de la democracia, del Estado, de la libertad, la justicia, etc. Este proceso bolivariano está en el ojo de la tormenta de la reacción derechista mundial, en especial por parte de la dictadura de los medios de comunicación como integrante de los poderes facticos globales. La Democracia está en serio peligro político, la brutalidad fascista está en pleno avance – no olvidemos las experiencias dolorosas de Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y la Caravana de la muerte - , la guerra económico-financiera es absoluta, hegemónica y destructiva. La reacción, la brutalidad y el fascismo no es cosa de juego, es enfrentar políticamente a un enemigo disfrazado de democracia, de libertad, de justicia, de derechos humanos. Ustedes saben la derecha política y económica, nunca a lo largo de la Historia de la Humanidad se ha presentado con su verdadera cara, siempre ha utilizado una careta que le sirva de disfraz y esconda su verdadero rostro de clase. Hoy está haciendo lo mismo en Venezuela. Se presenta como abanderada de la democracia – y miren como a nivel de América latina se mueven, actúan, protestan los corruptos, los ladrones, los que verdaderamente violaron Los Derechos Humanos. Hoy como gritan y se rasgan las vestiduras. Hablan de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y cuando todos estos destructores de la política, fueron gobierno, en realidad son los mismos que hoy atacan en Venezuela disfrazados de demócratas de defensores de la libertad- de que libertad pueden hablar si son los primeros en oprimir y explotar al pueblo por décadas y lo que ellos defienden es la libertad de empresa para garantizar la estabilidad política por encima de los derechos más importantes de los pueblos y de los Ciudadanos en general.


Está la huella digital histórica del proceso revolucionario bolivariano. "creación heroica de su pueblo". La Histórica Revolución Cubana, presente en Venezuela en el siglo XXI, pero con su propio modelo, con sus propios actores sociales y políticos y su propia doctrina: el Socialismo del Siglo XXI.
***
El parto es doloroso, pero es propio y responde a las necesidades de su propio pueblo, es un proceso democrático revolucionario, expresado, ratificado en más de 12 procesos políticos electorales. Es un proceso político que tiene legitimidad, porque es expresión política, social de su propio pueblo en defensa de la patria. La riqueza petrolera y gasífera de Venezuela, es en un última instancia el plato de oro, su biodiversidad y los conocimientos ancestrales de sus pueblos y comunidades hoy son la verdadera disputa de los monopolios y corporaciones mundiales alimentarias, farmacéuticas, etc. es el verdadero tesoro de sus vastos territorios, que la  derecha apetece para servirle en fuente de plata –democracia disfrazada, derechos humanos violentados, libertad de empresa, justicia para los ricos, es la gobernabilidad que hoy está presente en Venezuela y quiere ser impuesta por la derecha a  sangre y fuego, servir a  sus amos imperiales y para ello cuenta con la “gran prensa” de América Latina, La Sociedad Interamericana de Prensa. La SIP. Los periódicos, la televisión, las radios, las revistas, la industria cultural propia de la globalización, los monopolios y corporaciones mundiales ellos son los que hoy atacan violentamente al pueblo venezolano.
/////
¿Qué está en disputa en Venezuela?.

*****

Por Nicolás Lynch

Otramirada lunes 24 de febrero del 2014.

La avalancha mediática de la derecha local e internacional ha salido nuevamente, cual Santa Inquisición, a comulgar y excolmulgar actores políticos por su actitud frente a la coyuntura venezolana. Nos brinda así, por contraste, una nueva oportunidad para ver dónde está cada quien respecto de la democracia, la relación con su pueblo y los recursos de la nación.

¿Qué está en juego entonces? La democracia, simple y llanamente. Pero no la democracia de élites con ajuste económico y precariedad permanente como la que vivimos en el Perú, sino la democracia de mayorías con activa participación del pueblo y proyección continental como la que ha buscado construir el chavismo en los últimos quince años. Las pruebas están en los números. El gobierno bolivariano ha ganado 18 de las 19 elecciones que se han llevado adelante desde que llegó al poder y los venezolanos, de acuerdo al latinobarómetro, ocupan el sétimo lugar en satisfacción con la democracia con el 42%, mientras los peruanos estamos a la cola en el puesto 16 con el 25% de satisfechos. Si uno lee o mira la prensa monocorde que tenemos en el Perú se podría preguntar ¿qué pasa? ¿acaso hay un pueblo de locos en Venezuela?

Lo que sucede es que se trata de una democracia que se ha esmerado en satisfacer los derechos sociales de la población: educación, salud, trabajo y pensiones. Para muestra basta el salario mínimo, el segundo más alto en América Latina luego de la Argentina, con 472 dólares y aquí 267, y la proporción  salario mínimo-sueldo de ministro, tan de moda en estos días­, que aquí es de cuarenta veces y allá de nueve. Lo que sucede es que los que disfrutaban antes de la renta petrolera –el capital trasnacional y las clases altas–, ya no lo hacen más porque esta renta ha sido transferida, por distintos canales a la mayoría de la población.  Recordemos además, que Venezuela posee las mayores reservas mundiales de petróleo, a tres días en barco de los Estados Unidos, lo que la hace un bocado apetitoso para los poderes mundiales. Por ello, desde el primer momento, Hugo Chávez puso la independencia nacional y la integración continental a la cabeza de su agenda, señalando que sin ellas es imposible un futuro para América Latina.

Todo esto no le gusta a la derecha ni a los poderes internacionales por lo que cada vez que han tenido oportunidad, desde el golpe fallido de 2002 y la huelga petrolera de 2002-2003, han desarrollado campañas mediáticas masivas pintando una situación de enfrentamiento dictadura/democracia, donde la dictadura ha sido el chavismo y la democracia todos sus opositores.  Como vemos esta es una imagen falsa. Lo que existe, con los matices correspondientes, es un gobierno que impulsa un proceso de cambios sociales y políticos con un apoyo popular inédito y unos poderes establecidos que lo resisten. Un proceso que desde el principio ha tenido efectos progresistas en el resto de la región latinoamericana y cuyo final –anhelado por la derecha de nuestros países- podría provocar una regresión de proporciones.

Esto no quiere decir que no haya problemas. Antes y ahora, el gobierno chavista ha tenido actitudes autoritarias, tanto en su relación con la oposición como en su relación con los medios de comunicación. Este autoritarismo junto con la férrea oposición de derecha al régimen político aprobado en la Constitución de 1999 ha llevado a una aguda polarización.  No es casual que la manifestación que empezó el actual espiral de violencia el miércoles 12, encabezada por el líder opositor Leopoldo López, tuviera como objetivo explícito el cambio de régimen -el famoso “regime change” en la jerga del Departamento de Estado de los Estados Unidos-  y que en el curso de la misma cayera el primer muerto, un líder chavista de base alcanzado por un balazo en la cara. Estas agresiones parecen haber sido respondidas con similar violencia generándose un clima que hasta ahora ha cobrado diez víctimas.

Por otra parte el modelo de desarrollo, el estatismo rentista petrolero, tiene virtudes y defectos. Por un lado recupera el recurso para que lo use la nación, a diferencia del Perú donde la renta minera y gasífera se la llevan las transnacionales fuera del país, pero por otra genera un tipo de reparto que no sabemos cuan sostenible será en el tiempo. El buen uso de la renta petrolera, en beneficio del pueblo y no de las trasnacionales, es el gran reto que tiene este o cualquier otro gobierno en Venezuela.

Empero, si la polarización continúa la víctima va a ser la democracia, me atrevería a decir que casi cualquier democracia. Hay urgencia entonces de un diálogo entre el gobierno y la oposición para terminar con la polarización. Lógicamente tiene que ser un diálogo en los marcos de las leyes y la Constitución venezolanas, de lo contrario estaríamos pasando por encima de la voluntad del pueblo expresada en las urnas. Esto le daría la razón a la oposición radical que quiere un cambio de régimen asaltando el poder desde la calle. Se extraña que organismos como Unasur, hace poco tan activos para enfrentar procesos de desestabilización política, no hayan manifestado su disposición para facilitar una salida en el sentido señalado. Esperamos que la democracia venezolana recupere su cauce y el pueblo de ese hermano país pueda profundizar las transformaciones emprendidas por su gobierno progresista.
*****

Estos son los "demócratas" venezolanos que hoy atacan la democracia y el proceso revolucionario bolivariano. Simplemente es una juventud engañada y movida por los grandes monopolios y corporaciones y el propio imperialismo, que quiere en definitiva la Patria del Comandante Chávez. Pero los revolucionarios lucharan hasta el final a defender sus propio proceso revolucionario.
***

VENEZUELA  NO  ES  ESPAÑA.

*****

La República viernes 28 de febrero del 2014.

Mirko Lauer.-

Con todas las diferencias del caso, el conflicto en Venezuela tiene facetas que engañosamente evocan la guerra civil española de 1936-1939. Cuando Nicolás Maduro habla de fascistas para referirse a sus críticos, la única explicación que viene a la mente es que él está pensando en las fuerzas enemigas de la República Española, con Francisco Franco a la cabeza.

La comparación no tendría ni pies ni cabeza, puesto que ni la oposición es fascista, ni hay socialistas o liberales en el gobierno acosado. Pero allí está la palabrita, como un talismán de otro tiempo y otro contexto, ya casi perdida la carga emocional que tuvo para las izquierdas del mundo durante buena parte del siglo XX. ¿Queda algo de esa carga todavía?

Una faceta menos engañosa es la disposición de izquierda y derecha en algunos países de América Latina a dirimir en casa un conflicto ajeno, y lejano. La idea en ambos lados es que hay que salvar Venezuela, y algunos incluso afirman (como se sostenía en los años 30) que en el escenario venezolano se está decidiendo el futuro de una zona geopolítica mucho más amplia.

Para lo anterior se viene usando el método de los escenarios catastróficos. Por ejemplo, el putsch a la cubana, una posibilidad planteada en esta columna, versus el golpe militar a la chilena. En efecto, desde hace ya buen tiempo hay analistas para los que la situación venezolana no tiene salida pacífica.

Aunque el gran exportador e internacionalizador del conflicto (otro rasgo de la guerra en España) es el propio Maduro, con su insistencia en que sus problemas de esta hora son incubados por fuerzas del exterior. Lo cual convoca una imagen de agentes estadounidenses, cubanos, chinos, colombianos y, por qué no, iraníes moviéndose en ese conflicto.

Aun si fuera exacta, no sería ni remotamente una imagen de los aliados y eje en un ensayo final para la segunda guerra mundial.  En realidad solo los patrocinadores cubanos, los acreedores chinos y los clientes petroleros estadounidenses tienen intereses de real peso en los asuntos de Venezuela, y no parecen interesados en patear el tablero, al menos todavía.

Todo esto viene desatando una polémica de definiciones acerca del conflicto. Dictadura vs democracia es una, que la izquierda rechaza aludiendo a la legitimidad electoral del régimen. Izquierda vs derecha es otra, que a esta última no le gusta tanto. Luego está la versión de la protesta de sectores descontentos de la población. Poco geopolítico, pero muy real.

Mientras ideólogos y políticos toman partido con creciente entusiasmo, los gobiernos buscan la neutralidad y mantienen una considerable cautela ante el conflicto. Casi un siglo después, el modelo maniqueo de la guerra española en verdad solo sirve para mantenerse lo más lejos posible de él.

*****


La juventud, la verdadera juventud que sale de los barrios de sectores medios y populares, que viene de la clase obrera  e hijos de los campesinos son hoy los verdaderos actores y defensores del la revolución bolivariana. Sólo ustedes pueden defender su Revolución. Fuera los intrusos y agentes del imperialismo.
***

VENEZUELA: LA GUERRA ACADÉMICA.

*****

La República jueves 27 de febrero del 2014.

Sinesio López Jiménez.

Ni Maduro es dictador, ni la oposición movilizada es fascista. Los calificativos son gritos de guerra de la aguda polarización sociopolítica de Venezuela. ¿Pueden llegar a serlo? Eso depende de la evolución de la actual situación política venezolana. Si la polarización movilizada continúa (en el contexto de una desastrosa situación económica) y no se abren las puertas del diálogo, Maduro podría dar un autogolpe (a lo Fujimori de 1992) y pasar de una democracia defectuosa con rasgos autoritarios a una dictadura totalitaria de izquierda. Un cambio drástico de régimen político. Si las movilizaciones antichavistas logran dividir a las FFAA venezolanas podría producirse un golpe de Estado a lo Pinochet (con rasgos fascistas) para instaurar a la mala el modelo neoliberal. Tengo la impresión que el intento golpista de un sector de la oposición ha fracasado. Por ahora.

Si no hubiera una polarización social y política y solo existiera una movilización masiva de los opositores de derecha frente a un gobierno aislado podría producirse un golpe ciudadano que abra las puertas a una transición política (y neoliberal) como en Ucrania (que, además, presenta especiales características culturales y geopolíticas). Este no es caso venezolano. Las guerras social, política, económica, mediática y diplomática también han llegado a la academia. En estos momentos se despliegan encendidos debates sobre la crisis del régimen político venezolano y sus probables salidas en las universidades y centros de investigación del mundo.

Quizá el más interesante y de más alto nivel académico enfrenta a dos destacados politólogos que, por lo demás, fueron compañeros de estudios en la misma universidad (Berkeley) y bajo la misma dirección de estudios (David Collier): Steven Levitsky (Harvard) y Maxwell Cameron (British Columbia Vancouver).  Levitsky y Lucan A Way escribieron el libro “Competitive autoritarianism. Hybrid Regimen after the Cold Ward” (2010) en el que sostienen que las elecciones por sí solas no hacen a un régimen democrático. Las elecciones pueden ser libres de todo fraude, pero al mismo tiempo injustas porque usan los recursos del Estado, monopolizan los medios y hacen mal uso de la ley. La forma como gobiernan importa mucho para etiquetarlos en términos de régimen político. Un gobierno elegido libremente no puede reprimir a sus opositores ni formar escuadrones de la muerte y llamarse democrático.

Max Cameron ha escrito un artículo crítico aún no publicado (The myth of Competitive Autoritarianisme in the Andes) en el que afirma que el concepto de autoritarismo competitivo se ha utilizado para etiquetar erróneamente varias de las democracia latinoamericanas.

Sostiene que Venezuela está en el límite del autoritarismo competitivo, pero no es tal porque no existe un núcleo duro y mafioso (como en el fujimorismo) que busque perpetuarse en el poder (característica central del autoritarismo, según Juan Linz). Venezuela es un régimen democrático defectuoso cuyas tendencias plebiscitarias han producido una democracia de muy baja calidad.

Luego de la caída del muro de Berlín, Sartori escribió un libro (La democracia después del comunismo) en el que sostiene que el triunfo de la democracia en el mundo es parcial porque ella se impuso como principio de legitimidad, pero no como forma de gobierno. El único criterio que autoriza gobernar es la elección libre y justa de las autoridades. El problema en este caso es cuan injusto tiene que ser un proceso electoral para considerar que el régimen resultante no es democrático. El ejercicio del gobierno puede presentar algunos rasgos autoritarios, como en el caso de muchos gobiernos de AL, sin que los regímenes democráticos dejen de ser tales.

“Escasez ha desquiciado al venezolano”



“Escasez ha desquiciado al venezolano”, asegura sociólogo

Publicado el Jueves, 19/Sep/2013
“¡Llegó al mercado! Fulanita me mandó un mensaje. Dice que está haciendo la . Vamos para allá a ver si aún hay”. “Ayer conseguí papel ‘tualé’. Dejaban llevar dos por persona. La cola era horrible, pero igual la hice”. Frases como éstas se escuchan a diario. Tener dinero y no poder se ha convertido en el a día del venezolano, quien ha visto desaparecer y aparecer de los anaqueles distintos productos de la cesta básica.
Tener dinero y no poder comprar se ha convertido en el día a día del venezolano, quien ha visto desaparecer y aparecer de los anaqueles distintos productos de la cesta básica. Notitarde/ Mauricio Centeno
Muchos son los factores que han cambiado al venezolano, pero ha sido la escasez de alimentos la problemática que más influencia ha tenido en la sociedad, y que ha llegado a generar desesperación, molestia, violencia, rabia, impotencia y muchas otras sensaciones que, salvo la época de El Caracazo, no se habían sentido en la población, reseña la periodista Ketherine Ledo del diario Notitarde
Para el sociólogo Francisco Coello, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab); la desaparición de alimentos de primera necesidad de los supermercados, ha desquiciado a la sociedad venezolana por ser éste un tema particularmente sensible, ya que toca lo más esencial de la vida de la gente, que es su sobrevivencia y el funcionamiento de su familia.
Asegura que esa desesperación, que últimamente se ve a diario en los mercados, es lógica, ya que no se está hablando de comprar un carro de lujo o un anillo de oro, sino de la comida; eso ha hecho que en Venezuela haya una población desesperada y además distorsionada.
Yes que según explica, la gente ya no hace una vida normal sino que interrumpe cualquier actividad que esté desarrollando para entrar a un abasto por donde pasó para ver si consigue “de esto o de aquello”.
“De un tiempo para acá tú ves al ciudadano común, de cualquier estrato social, cargando una bolsita con dos harina PAN, con dos paquetes de papel, o una mantequilla porque donde ve que hay se detiene y compra”, relata.
Ciudadanos de segunda
El problema de la escasez de alimentos inclusive ha empezado a desarrollar mecanismos de distribución adicionales y ha obligado a muchos caraqueños que tienen familia en el interior del país, a enviar comida por encomiendas.
“El Gobierno ha convertido a todos los ciudadanos que están fuera de la Gran Caracas en ciudadanos de segunda, tal como sucedió con el racionamiento eléctrico de hace unos años, cuando hubo apagones en todos los estados del país menos en Caracas, como si es que el venezolano que está fuera de la capital no es tan venezolano como el que sí lo está”, explica.
El sociólogo relata que incluso familias de otros estados alquilan vehículos para ir a hacer mercado a Caracas, donde la escasez no ha golpeado tanto a la población como en el resto del país. “Eso literalmente está desquiciando a la gente. Porque las personas tienen que trabajar, atender a su familia, necesitan recrearse y la escasez no los deja”.
Eso explica por qué, de un tiempo para acá, muchos supermercados en Caracas permanecen abarrotados, y es porque está llegando gente que normalmente haría sus compras en otra parte, pero que por la escasez, ahora viajan hasta allá.
El especialista asegura que la falta de alimentos ha empeorado la calidad de vida de las personas, disminuyendo a su vez la calidad de sus expectativas, y el conjunto de todo eso es una sociedad más mediocre, que está aferrada a cosas tan básicas como una harina PAN.
La misma problemática ha hecho que los hábitos alimenticios cambien, porque hoy se consigue leche descremada, la semana que viene, si hay suerte, se consigue leche completa; la otra hay leche completa pero en polvo, y así sucesivamente; entonces se vive en un permanente “ajustarse a lo que haya”.
Situaciones y reacciones violentas en supermercados
Las colas en los supermercados cada vez son mayores y el desespero por poder tener aquello que escasea ha llegado a desatar situaciones y reacciones violentas.
Ver ventas controladas de productos, inclusive con apoyo de funcionarios de cuerpos de seguridad, cada vez es más común, así como las discusiones entre personas.
Francisco Coello asevera que todo eso es producto de la desesperación ya mencionada y no descarta que estos conatos se disparen cuando llegue la temporada decembrina.
En un país donde la hallaca es el plato típico por excelencia en la cena del 24 y 31 de diciembre, una escasez de harina de maíz de esta magnitud fácilmente podría borrar sonrisas y apagar la alegría en muchos hogares.
Sin embargo, Coello no descarta que el Gobierno Nacional ponga en marcha un plan de contingencia que permita abastecer un poco los anaqueles, para no llevar el 8-D a las urnas de votación, a unos electores molestos y resentidos, ya que esto podría afectar seriamente a los candidatos “rojitos” en las municipales.
¿Quiénes hacen la cola?
El problema de la escasez es particularmente complicado y tiene muchas aristas. Está propiamente el problema de por qué surge la escasez, por qué existe la dificultad en la distribución de alimentos; pero también está el problema social que implica tener que perder mucho tiempo yendo a diferentes sitios, lo cual genera costos adicionales, sobre todo para las personas más humildes.
No obstante, a pesar de necesitar el rubro, no todas las personas están dispuestas a hacer la cola. El sociólogo asegura que para eso también hay una explicación.
Y es que hay personas que simplemente no hacen la cola porque no tienen tiempo. Muchos están en sus trabajos y deben cumplir con sus compromisos laborales. Luego está la persona, que aunque tenga el chance de hacerla no la hace porque se niega a la humillación.
Coello explica que muchos venezolanos perciben ese tiempo en cola como una ofensa y una violación a su derecho a la alimentación, de allí que no estén dispuestos a formarse para además tener que comprar la cantidad de productos que el supermercado le permita, y finalmente está el ciudadano que hace la cola porque no tiene más opción y porque la necesidad lo obliga.
Un venezolano que no se resigna
El profesor Francisco Coello coincide con muchos otros especialistas en que el venezolano es noble y alegre por naturaleza y confía en que, a pesar de todo el daño que le ha hecho el Gobierno, no se resigna a vivir así por siempre y aún lucha por recuperar la tranquilidad y el civismo que ha perdido de manera progresiva.
Dice que aún hay un deseo de entenderse y persiste esa actitud solidaria, que no se ha logrado destruir completamente.
En relación a la desesperación, rabia, depresión y reacciones violentas como consecuencia de la escasez, afirma que todo eso desaparecerá cuando los anaqueles luzcan abastecidos semana tras semana calmando así la angustia que genera tener dinero y no conseguir qué comprar.
Notitarde/JP

Sociólogos advierten que se está acabando el tiempo para el diálogo en Venezuela

Published On: Sab, mar 8th, 2014

Sociólogos advierten que se está acabando el tiempo para el diálogo en Venezuela

VENEZUELA-OPPOSITION-DEMO
(8 de marzo de 2014. El Venezolano) En medio de la crisis política que vive Venezuela, la preocupación principal de varios sectores de la sociedad es que el tiempo pasa y no llega el diálogo que involucre a todos los sectores. 
El sociólogo César Morillo ve con preocupación que “los enfrentamientos callejeros entre estudiantes y la Guardia Nacional van deslizándose a un plano mas grave aupando las tesis mas sombrías, esa que se esgrime de lado y lado, que ya no es posible vivir en una misma nación como hermanos, o somos unos o son los otros”.
Vea a continuación el artículo completo del sociólogo César Morillo:
“SE AGOTA EL TIEMPO PARA EL DIÁLOGO”:
Es una inquietud presente en muchos venezolanos. Los enfrentamientos callejeros entre estudiantes y la Guardia Nacional van deslizándose a un plano mas grave aupando las tesis mas sombrías, esa que se esgrime de lado y lado, que ya no es posible vivir en una misma nación como hermanos, o somos unos o son los otros.
Así, los llamados al diálogo son sucedidos por acciones que contradicen esa posibilidad. Porque para el diálogo hacen falta al menos dos, y además se necesita la disposición a negociar, a buscar acuerdos que satisfagan a unos y a otros, ¿Es esto posible? Nos preguntamos.
Quienes gobiernan se amparan en el supuesto carácter revolucionario de su mandato y por tanto creen que su misión consiste en cambiar el Estado capitalista por uno socialista, se afianzan en el viejo y obsoleto concepto leninista de Estado, concebido como estructura para que una clase domine a la otra. Siendo así,  de lo que se trata es de poner a las instituciones al servicio de quienes detentan el poder, es decir, de la nueva clase dominante, de los “representantes del pueblo”.
De hecho el PSUV, partido de la revolución, ha copado progresivamente las instituciones del Estado, incluso aquellas cuya conformación requiere del voto calificado de la Asamblea Nacional. El Tribunal Supremo, el Consejo Nacional Electoral y la Contraloría Nacional, tienen tiempo con parte de sus integrantes con mandato vencido. Sin embargo, aún no se renuevan, el oficialismo los controla férreamente. Cualquier diálogo sincero pasa por relegitimar, conforme lo establece la constitución, esas instituciones.
Ahí esta el meollo del asunto. ¿Esta dispuesto el oficialismo a que instituciones claves como el Tribunal Supremo y el Consejo Nacional Electoral tengan una integración mas democrática, como lo establece la constitución bolivariana? No parece posible.
La circunstancia actual ha cambiado. Maduro no cuenta con el liderazgo de Chávez, no proviene del mundo militar, y su ascendencia ahí parece ser débil, al igual que su conexión con las masas. Adicionalmente, los recursos petroleros son insuficientes y la economía esta atenazada por una inflación de 56%, la mas elevada del mundo,  y una escasez de los productos básicos que somete a los venezolanos a largas colas en los mercados.
He aquí el dilema, proseguir en el modelo de Estado autoritario y controlador, con poderes públicos secuestrados por el partido de la revolución o admitir el modelo de separación de poderes concebido por Montesquieu. De continuar fiel a la primera opción, se verá obligado a incrementar el uso de la fuerza, afianzando el militarismo en el gobierno, con lo cual es posible que se mantenga en el poder pero con una precaria gobernabilidad; o decidirse a dar un vuelco democrático y dialogar, lo que supondría doblegar a los radicales que rugen por la batalla final.
El viejo libro de Lenin: El Estado y la Revolución, no parece ser de mucha utilidad para comprender a la Venezuela actual, ni los consejos de los hermanos Castro y el modelo cubano de sociedad. Mas útil le seria leerse a Gramsci u otros pensadores socialistas democráticos contemporáneos y buscarse asesores como Mujica, Bachelet o el propio Lula que probaron gobernar en democracia, cohabitando con las naturales diferencias y procurando reformas sociales a favor de los mas vulnerables sin pretender usar la revolución y el socialismo como coartada para perpetuarse en el poder.
Una cosa si esta clara, los jóvenes y los ciudadanos que hoy están en las calles arriesgando sus vidas por un mejor futuro, no parecen dispuestos a regresar a sus casas hasta conquistar lo que salieron a buscar.